Tradiciones cubanas: la Fiesta de Reyes

Cubanos desterrados narran sus recuerdos de la Fiesta de los Reyes Magos, contribuyendo a recuperar la memoria histórica del pueblo cubano y de sus más auténticas tradiciones cristianas...

Agradecemos a todos los amigos que enviaron sus expresivos y conmovedores relatos, que ofrecemos a continuación en el orden de llegada. Música: "Cuando salí de Cuba"; secuencia y arreglo musical del Dr. Walter Voigt, Miami, 1998

Última actualización: narraciones de Raúl Musibay, Heidi Estrada, Ramón Antúnez y "Eucasal"

 

"Soñábamos cómo se acercaban los Magos del Oriente..."

Dr. Alberto Luzárraga, La Habana (Miami):

"En mi niñez, viví en la urbanización Reparto Kohly, en La Habana. Lo más bello de la fiesta de los Reyes Magos era la expectativa y la prolongación del espíritu Pascual.

"Sí, la Nochebuena era sin duda la mayor fiesta del año, pero a los niños nos quedaba otra gran alegria, la de esperar los Reyes, pues Santa Claus era casi desconocido en la Cuba de ayer. No se acababan las Navidades con la Nochebuena.

"El espiritu cristiano pervivía y soñábamos cómo se iban acercando los Magos del Oriente, cómo avanzaban con sus dromedarios. Recuerdo con qué emoción yo dejaba un balde lleno de agua para los camellos, y el cuidado con que escribía mi carta, que una vez encontré 'contestada' con una caligrafía muy bonita. Recuerdo también cómo el balde amanecía vacío, cómo salía yo por el jardin a buscar las huellas de los camellos y cómo escudriñaba los canteros donde la tierra recién movida podía mostrar mejor las huellas que un dia, con gran alegría, encontré...
"Lo único malo era que las vacaciones se acaban justo después de Reyes y había que volver al colegio. No quedaba mucho tiempo para jugar con los juguetes nuevos, pero se compensaba con llevarlos al colegio para mostrarlos a los amigos".

"Recuerdos al mismo tiempo muy alegres y muy tristes..."

Ernesto R. Botifoll, Camagüey (Miami)

"Mi madre nació cerca del Central Francisco, mi padre en La Habana y yo soy camagüeyano de pura cepa. Puedo asegurarles que en todo Camagüey se celebraba la llegada de los tres Reyes Magos con gran fervor y tremenda ansiedad, por los juguetes que ellos nos dejarían, sin que jamás los pudiéramos ver cuando entraban a la casa...

"Todos los niños nos ocupábamos de poner bastante agua y yerba fresca para los camellos en el patio. ¡Imaginen el alboroto! La verdad es que la inocencia con que nos criaban nuestros padres en aquella época era algo muy especial y que debemos agradecerles.

"Desgraciadamente, en sentido diametralmente opuesto, tengo también el mal recuerdo de haber visto, sentido y sufrido cómo los castristas nos hacían trizas todas nuestras ilusiones infantiles con consignas de lucha de clases, tratando de lavarnos el cerebros con aquello de que los Reyes Magos eran un invento burgués y capitalista... Mi padre fue apresado por el G-2 en marzo de 1961, algo que también marcó enormemente mi infancia.

"De todas maneras, en Cuba comunista la tradición de los Reyes se mantuvo de forma oculta dentro de algunos hogares gracias a la labor discreta, pero tenaz, de nuestras abuelitas y madres.
"En fin, esta fecha me trae recuerdos al mismo tiempo muy alegres y muy tristes...

"Bueno, creo que ya escribí bastante. Son experiencias sencillas, pero que se graban para siempre en la mente y los corazones, de la hermosa época en que fuimos niños.

"Nunca mis padres celebraron las Navidades en la finca, porque se encontraba un poco alejada de la ciudad. Pero puedo asegurar que en el campo la Fiesta de Reyes se celebraba con la misma intensidad que en la ciudad".

 

"El único recuerdo: Castro se llevó preso a mi padre"

Sr. Raúl Hernández, Villa Clara (Miami):

"Yo nací en el año 1962 y por ello no tengo ningún recuerdo del Día de Reyes. Lo que sí recuerdo, como si fuera hoy, es que cuando tenía 4 o 5 años se llevaron a mi padre preso. Vinieron como 6 policías con casco blancos y rifles y se lo llevaron. ¡Ese fue el 'Regalo de Reyes' que me dio el dictador Castro! Jamás se me olvidó eso, pues casi nunca podía ver a mi padre. Asi que con el régimen comunista me tocó las de perder, como a todo cubano. Me dejó sin disfrutar de las Fiestas de Reyes. Ah, ¡y nada de Navidades!, por cierto, no precisamente por culpa de la zafra azucarera... En la escuela sólo me enseñaron a 'adorar' a Castro. Y yo, como niño bueno, decía: 'Si él me quitó todo, si él me quitó a mi padre, ¿por qué habré de adorarlo?'

"Tuve mis primera Navidad y Fiesta de Reyes cuando tenía 31 anos, cuando al fin pude salir del Infierno comunista. En libertad, me sentí en el Cielo".

"Como los Reyes, nada..."

Dr. Humberto A. Pujals, Camagüey (Miami):

"En Camagüey, cuando éramos niños, los Reyes Magos eran el acontecimiento más esperado y ansiado de todo el año.

"Es verdad que contábamos con otras Fiestas. Por ejemplo, la celebración de la Caridad del Cobre, con un festival en la Plaza del mismo nombre, con caballitos, músicas, juegos... "Ahh, ¡el San Juan camagüeyano era inolvidable! Carrozas, máquinas con las capotas bajas, serpentinas tricolores, cantos, alegría, canciones, muchachas elegantemente vestidas para la ocasión, a las que les tirábamos flores.

"Pero como los Reyes ... ¡nada! Las Pascuas, la Nochebuena, el Año Nuevo, las reuniones familiares en la pequeña quinta de Papá, con lechones asados, canciones, guitarras, íntimos amigos, eran maravillosas. En la quinta todos eran invitados. Los sirvientes comían igual que nosotros y, con limitaciones, bebían lo mismo.

"Pero como los Reyes durante y después de la niñez ... ¡nada!
"Mi mamá, que Dios la tenga en la Gloria, era muy alegre y conversadora. En la vieja casona donde residíamos en la ciudad de Camagüey, ella solía rememorar historias y, aunque yo lo viví, nos recordaba una pintoresca anécdota sobre los Reyes.

"Mi hermano mayor ya sospechaba del asunto de los Reyes y no creía mucho
en ellos. Él, que también Dios lo tenga en la gloria, era cuatro años mayor
que yo. Pues bien, una noche de Reyes él se propuso aclarar la situación y demostrar
que tenía toda la razón: ¡que los Reyes no eran los tales Reyes!
"La pobre mamá esperó hasta las 12 de la noche, y el muchacho se movía en la cama
dando muestras que no se había dormido. Mamá esperó a la 1 de la madrugada, y lo mismo. Llegaron las dos e igual, y las cuatro también. Al fin, a las cinco de la mañana, pensando que el muchacho se había quedado rendido, le va a poner los juguetes debajo de la cama y él saca la cabeza por el otro lado y le dice: '¡Tú ves, Mamá, ya sabía que los Reyes no me traen los regalos! A esa hora, mamá, autonombrándose 'Baltazar', le dió una 'tunda' de nalgadas al niño...

Fue el acontecimiento de la casa por varias décadas, hasta el día de hoy. En vida, en la Fiesta de los Reyes Magos, lo bromeábamos diciéndole: '¡Oye, hazte el
dormido, si no Baltazar te va a dar una buena paliza!. Créame, ¡no le gustaba
nada el comentario!

"En todo caso, pasadas varias décadas, aún hoy repito: ¡Como la Fiesta de Reyes, nada!"

 

"Un tesoro de gratos recuerdos"

Sr. Fernando M. Palacios, Holguín (Miami):

"En Holguín, donde yo vivía, y en toda Cuba, las fiestas navideñas no se terminaban hasta que se celebrasen los Reyes Magos. Recuerdo que la Nochebuena la celebraba mi familia en Holguín. Y luego íbamos a La Habana, donde en casa de mi abuela materna
abríamos los regalos de Reyes. Uno de los regalos que más recuerdo fue una mascota de catcher. Y vean que quedé en esa posición, en el baseball, hasta que ya de mayor dejé de
jugarlo. Los Reyes Magos fueron, son y serán para mí un tesoro de gratos recuerdos de la infancia".

"Sin Reyes: un pesar por el resto de mi vida"

Ing. Jesús Reina-Carvajal, Las Villas (Estocolmo, Suecia)

"Desgraciadamente, no tengo ningún recuerdo que tenga que ver con las Fiestas de Reyes o de Navidades en Cuba.
"Nací el 12 de noviembre de 1969 en la ciudad de Placetas, Villa Clara, antigua provincia Las Villas. Desde los tres años y hasta los 18 viví en Santa Clara. A esa edad partí a estudiar a la ex-URSS. Actualmente vivo en Suecia y trabajo como ingeniero programador en una empresa sueco-suiza. El hecho de que yo no haya vivido esas maravillosas tradiciones implica que lleve un pesar por el resto de mi vida".

 

Reyes Magos: "Juguetes y lluvia"

Sergio F.de Paz, Río Seco, Oriente

"Nací y pasé mi niñez en una finca que mis padres tenían en Río Seco, provincia de Oriente, actualmente, Holguín. Mis recuerdos de los Reyes Magos son muy gratos, aunque ellos a veces demoraban un poco en traerme lo que pedía, hasta que me portase bien... Mi sueño era tener una bicicleta, que los Reyes me dejaron a los 7 años. Otros regalos que marcaron mi primera infancia fueron una corneta y un avioncito con dos motores.

"Los Reyes Magos también me dejaban regalos en el parque infantil de Banes, un pueblo de 20.000 habitantes a donde iba con mis padres y hermanos. Junto con la fiesta de Reyes, me maravillaban mucho las procesiones de la Virgen de la Caridad del Cobre, que se hacían cuando había seca para pedirle a nuestra Madre celestial que tuviese pena de sus hijos y enviase abundante lluvia. Cuando ésta venía, la sentía como un regalo conjunto de la Virgen y de los Reyes Magos".

 

"La lucha de mi madre por obtener un juguete"

Sr. Tony Morales, Cifuentes, Las Villas (Toronto, Canadá):

"Debo decirles que mis nociones acerca del Día de Reyes antes de 1959 son puramente históricas, pues nací en el 1961. Yo sólo conocí, y recuerdo con emoción, la lucha de mi madre, en pleno régimen comunista, por obtener para su hijo al menos unos pocos juguetes..."

 

"Los Reyes en mi casa, y en casa de Gelo"

Sr. Julio Venegas, Central Violeta, Ciego de Avila (New York):

"Mi padre,trabajador del Central Violeta, a 60 km. de Ciego de Avila, en la Cuba pre-revolucionaria, murió a los 25 años cuando yo apenas tenía 2 años.Eso empeoró aún más la situación de la familia. Mi madre y mi abuela fueron mi único sosten. Mis recuerdos son de escaseces, pero siempre tuve ropas y alimentos. Aún más, nunca los Reyes dejaron de poner algún regalo debajo del modesto arbolito, aunque no fuera lo que yo le pedía.
"Siempre me decían que los Reyes estaban pobres ese año. Gracias a Dios, yo me conformaba, y si no era la bicicleta, pues quedaba feliz con unos patines o unas pistolas de fulminante. Gastaba royo tras royo de aquella cinta roja hasta que el aire se impregnaba de humo y de olor a pólvora.

"También, en la organizacion social del ingenio se sorteaban juguetes y a todos nos tocaba. Era un día esperado y había alegria.
"Gelo fue un gran amigo de mi padre en vida. Y después de la muerte de éste, se puso como misión el que a mí nunca me faltara un regalo a pesar de tener él su propia familia. Me decían que ese era un regalo que los Reyes me dejaban en casa de Gelo porque sus hijos se lo pedían para mí. Eso no lo entendía bien, pero de todas formas me encantaba y llenaba de felicidad pues generalmente era un lindo regalo.

"Sólo sé que el día 6 de enero se me iluminaba la cara cuando lo veía venir con su regalo bajo el brazo. Siempre me besaba y se iba pronto.
Recuerdo que en la carta que yo le escribía a Melchor, le decía que no se olvidara de dejarme algo en casa de Gelo. ¡Por cierto, nunca se olvidó!
"En el Cielo, tal vez Gelo y mi padre continúen siendo amigos, ya en otro plano de existencia y lejos de las tribulaciones de nuestros conflictos humanos y políticos. No puedo evitar de pensar en esos niños que hoy, en Cuba, miran tristes una vitrina en la nueva 'Navidad cubana', sin ni siquiera la posibilidad de que aparezca un Gelo que le ilumine la carita con algún juguete".

 


"Un pedazo de carbón en una cajita"

Dr. Enrique J. Cantón, La Habana (Coral Gables):

"Recuerdo con mucha nostalgia la festividad de los Reyes Magos en la ciudad de La Habana, antes de la revolución comunista. En casa, la festividad de los Reyes Magos se celebraba con regalos para los niños, como en todos los hogares. Las clases en el colegio, no comenzaban de nuevo hasta después del día 6 de enero, por lo que disfrutábamos mucho de los juguetes... cuando los Reyes los traían.
"Sí, porque recuerdo que un año me porté muy mal y por ello en Navidad no recibí ni un solo regalo, sino un pedazo de carbón en una cajita, mientras que mi hermano sí tuvo jugetes. ¡Qué duro habrá sido para mis padres haberme dado tal regalo! Pero, con la esperanza de que los Reyes tendrían pena de mí, hice el propósito de portarme bien. Al parecer aprendí la lección, pues los Reyes Magos ¡me trajeron el doble de regalos que a mi hermano! De ahí en adelante, me gustaron mucho más los Reyes Magos, y los tenía entre mis mejores amigos. El Rey Mago que yo más estimaba era Melchor.
"Si me permiten, cuento algo sobre la Navidad. Yo iba al Colegio de La Salle de Miramar, en La Habana. Allí, los Hermanos de La Salle todos los años hacían un concurso de Nacimientos entre las casas de los alumnos. Era voluntario, pero me acuerdo muy bien
los que nos hacía mi padre a mi hermano y a mí. Era algo bien impresionante, pues ponía una tabla de 'plywood' sobre el piano de cola de nuestra casa y, encima de esta madera, elaboraba el Nacimiento, con agua corriente para un río, luces, cielo iluminado con estrellas y arena sobre el piso, imitando el árido terreno de Belén.
"Los Hermanos de La Salle venían entonces a 'juzgar' la obra hecha por mi papá, y recuerdo que, en más de una ocasión, ganó el primer premio".

"Yo salía a la calle, buscando las huellas de los camellos"

Saucy, La Habana (Elizabeth, New Jersey):

"Yo pasé mi infancia en la barriada de Santos Suarez, cerca de la familia de mi madre, mis abuelos y mis tíos.

"Lo que más recuerdo de los Días de Reyes es que, como a mí me encantaba patinar, todos los años los Reyes me dejaban un par de patines debajo de una gran consola con un espejo. Recuerdo que los patines eran 'de municiones' para que fueran más veloces. ¡Y eran de marca Unión, la más importante de aquella época! Yo salía a la calle buscando las huellas de los camellos para agradecer a los Reyes.

"A los patines del año anterior, siempre se los daba a algún niño a quien los Reyes no le hubiesen traído nada. Es triste ver cómo hoy la festividad de Reyes se ha olvidado".

 

"La noche de Reyes casi que no dormía"

Sr. Mario, Boca Ciega, La Habana (Miami):

"Salí de Cuba cuando tenía 18 años y me acuerdo muy bien del Día de Reyes durante toda mi infancia, en Cuba antes de la revolución. Mis padres me trasmitieron esta tradición, y lo hicieron con mucho cariño e ilusión. Todos los años, el día antes de Reyes, yo sentia una gran alegría anticipada... Esa noche casi que no dormía, pensando si lo que había pedido me lo iban a traer o no. Mi gran preocupación era que yo sabia que no me habia portado todo lo bien que se suponia, pero siempre los Reyes me perdonaban mis malascrianzas y me traían lo que había pedido.
"Una Fiesta de Reyes, tenía yo 8 años, había pedido un equipo de receptor de beisbol: careta, peto, chingalas y mascota. Mis padres me alentaban para que yo practicara ese deporte. Y ese año me trajeron un equipo de calidad profesional. Sentí una alegría inmensa, y fue uno de los regalos que más use y de los que más me acuerdo.
"Nuestra familia no era adinerada. Como muchas en La Habana, era de clase media. En mi barrio había niños de todas las capas socio-económicas. El tener ese equipo no solamente me sirvió de alegría ese día, sino que me proporcionó la oportunidad de que siempre me escogieran para el juego del barrio. Es que yo tenia el único equipo de receptor. Eso me forzó a jugar mejor, pues hasta los muchachos más grandes querían que yo estuviese en su equipo.
"Esta experiencia me ha servido de mucho en la vida, pues me enseñó que uno debe siempre de tratar honestamente, lealmente, de superarse, intentando 'jugar' en 'equipos' donde uno pueda aprender y mejorar en la vida.
"Siento mucho que los niños que han vivido en Cuba desde que el peor tirano de
la historia tomó el poder no hayan podido tener la oportunidad de una experiencia similar. La falta de libertad y la falta de los más elementales derechos, han ahogado en Cuba todo tipo de deseo de superación y de progreso bien entendidos.
"Rezo a ese Niño de Belén, que fue visitado por los Reyes Magos, para que a mi tierra vuelvan la libertad, la justicia, la paz y el amor fraterno. Y se acaben la esclavitud, el miedo, la guerra, el odio.
"Espero y confio que Dios nos oiga este año y que acabe con esta pesadilla de 40 años. Que este 6 de Enero, los Reyes Magos le traigan a todos los niños cubanos, los de ahora y los de antes, la libertad".

Y los Reyes llegaron a la siesta...

Sra. M. Ullivarri, La Habana (Miami):

"Me acuerdo un dia de los Reyes Magos, debe de haber sido en 1958, que estaba en casa de mis primas en el Paraíso, en el Cotorro. Ya era como la 1 de la tarde y nosotras, preocupadas por la tardanza de los Reyes, le preguntábamos a nuestras familias que cuándo vendrían elos a traernos algo. Nuestros familiares nos convencieron a las 4
primas -en esos tiempos con edades entre 3 y 6 anos- a acostarnos a tomar una
siesta a ver si los Reyes venían durante ese tiempo. Por fin nos
convencieron y nos acostamos las cuatro primas. Cuando nos despertamos, un par de horas después, cada una tenía una muñeca al lado de donde dormíamos. ¡Nunca me he
olvidado de esos momentos tan felices!"

 

"Perdí mi ambulancia blanca... pero sobre todo mi Patria"

Dr. José P. Cruz, Ranchuelo, Las Villas (Coral Gables):

"Jamás pude olvidar mi ambulancia blanca con adornos rojos que en mi primera infancia, en la década del 30, me trajeron los tres Reyes Magos: Melchor , Gaspar y Baltazar.

"Se acercaron ellos a Ranchuelo lentamente, en sus camellos cargaditos de juguetes para que todos celebrásemos el nacimiento del Niño Jesús en Belén. Y me dejaron esa ambulancia blanca con relucientes adornos rojos, que caminaba con cuerda pues en esa época no había baterías para los carritos, como hoy.

"¡Pero qué feliz me hacía jugar con esa ambulancia! Me gustaba tanto que, por muchos años, en mi casa la conservábamos como una reliquía de familia. ¡Fue el juguete más preciado para mí! Sólo perdí mi ambulancia al partir al Exilio. De la misma forma perdí mi Patria. Mi ambulacia ya no importa recuperarla, ¡pero a mi Patria, sí!"

"Post Scriptum:

"La ambulancia blanca fue obsequiada a cada niño de Ranchuelo -pobre, de mediana posición o rico- sin importar el estatus económico de la familia, y entregada en la Escuela Pública del pueblo. Era una donación del Señor Amado Trinidad Velazco, Q.P.D., de la firma de Cigarros Trinidad y Hnos., un ranchuelero que fue el gran propulsor de la Radio Cubana en la famosa R.H.C. Cadena Azul".

Cuando los Reyes Magos partieron al destierro

Lasaro Paredes, Boyero (Miami)
"Yo nací el 17 de diciembre de 1961, y el episodio que narraré se dio en los primeros días de enero de 1969. Fue la última fiesta de Reyes que tuvieron los niños cubanos y el 25 de diciembre había sido la última Navidad permitida por el régimen comunista, que pondría como pretexto la zafra azucarera... Ya la celebración de Reyes estaba siendo estrangulada por la dificultad cada vez mayor en encontrar regalos. Mi querida madre nos llevó a mi hermana Alina y a mí a Lawton, en el ómnibus 23, a ver si aún conseguía comprar unos regalos para nosotros.

"La venta era por días y a nosotros nos tocó ir el 4o., cuando ya casi no quedaban juguetes. En teoría, se daban 3 juguetes por niño, el básico y dos secundarios. El básico era con efectos eléctricos, como por ejemplo un tren. Mi hermana se consideró afortunada pues le tocó una muñeca mediana como básico, y dos secundarios: un jueguito de tocador y dos muñequitas de goma más pequeñas. Pero para mí, ya no había ni tren eléctrico, ni camiones. No quedaba casi nada. Le aconsejaron a mi mamá que cambiara de tienda, pero ella les respondió que era el 4o. día y que poco adelantaba recorrer La Habana porque ya no se encontraría mucha cosa. Al final, mi mamá consiguió comprarnos, con mucho esfuerzo, una caja de bolas, una espada plástica, un escudo viquingo, una pistola de agua plástica, un rompecabezas y un caleidoscopio, de esos que uno gira y hace figuritas.

"Comparados con la mayoría de los niños, tuvimos suerte. Pero estábamos exhaustos. Habíamos salido a las 6 de la mañana y llegamos a casa a las 8 de la noche, cansados de las grandes colas y de las peleas en la misma.

"Imaginen a los niños que les tocó el 7o. dia, o el 9o.... y qué quedaría para el 10o. A la Sra. Guillermina, la vecina que tenía 6 hijos, le tocó el 9o. día y sólo pudo comprar un secundario para cada niño: una pelota de goma y algunos regalitos plásticos.

"Pero hasta eso se acabó. Como dije, en diciembre de 1969 fue suspendida la Navidad. Sólo se escuchaba lo de la zafra de los 10 millones. Y en los primeros días de enero de 1970 el régimen comunista envió a los Reyes Magos al exilio".

Esfuerzo para mantener la tradición de los Reyes

Armando Bocourt, Candelaria, Pinar del Río (Madrid):
"Yo me crié en Candelaria, Pinar del Rio, hasta los once años, cuando mi familia se exilió en España. Por lo tanto, tengo recuerdos de la fiesta de Reyes Magos.
"Siempre fue entendido por los niños de mi familia que los Reyes Magos eran viajantes que venían específicamente a adorar al Niño Rey. La costumbre de dar regalos se deriva del hecho histórico de los Reyes haber llevado regalos de oro, incienso y mirra al Niño Jesús.
"Mi más grata memoria de los Reyes se refiere a la Navidad de 1965. Las escaseces de Cuba comunista estaban ya surtiendo su efecto maligno sobre las tradiciones cubanas. Mi tía, América Rivero, hermana de mi madre, pasó noches enteras en colas, compitiendo con toda la población, por tal de poder comprarme lo que en aquel entonces era mi sueño: una bicicleta de 26 pulgadas. Recuerdo la grata sorpresa cuando en la mañana del 6 de enero, encontré el regalo de los Reyes en la sala de la casa de mi abuela.
"La tradición de los Reyes siempre ha sido mí una grata memoria. En la perspectiva del tiempo, comprendo y valoro cada vez más los esfuerzos realizados por mi familia, y por tantas familias cubanas, para mantener esa tradición viva en el alma de los niños, la de darles un regalo el Día de Reyes. Algo tan simple, pero tan rotundamente negado a los niños cubanos por el comunismo".

No había juguetes para los niños, pero sí balas para matar

Sr. Rey, La Habana (Kansas)

"Nací en la llamada revolución, que poco después terminó con las Navidades y Fiesta de Reyes. Recuerdo que mi madre con mucho esfuerzo consiguió comprarnos los últimos tres juguetes que yo y mis hermanos adorábamos. Poco después ya no habría Navidades, ya no habría Reyes, ya no habría sueños ni juguetes para los niños, pero sí balas para matar..."

"La Caravana de los Reyes Magos"

Ana Teresa González, Bayamo, Oriente (New Jersey)

"En Bayamo M. N., en la provincia de Oriente, había una tradicion muy bonita en la madrugada del Día de Reyes: levantaban a todos los niños a eso de las 5:30 para abrir los regalos.

"En la casa, éramos 2 hermanas y 2 hermanos y nuestra expectativa era enorme. Nos ponían los regalos en los butacones o en el sofá de la casa sin envolverlos, porque allí
cada uno se daba cuenta de cuáles eran los suyos según las cartas hechas a los Reyes.

"La noche antes habíamos ido al parquecito frente a la casa a recoger hierba para los camellos y ponerles agua. No recuerdo si le dejábamos algo a Melchor, Gaspar o Baltazar. "A veces, en bata de casa y pijamas, íbamos los niños a la calle General García a ver pasar los Reyes, que eran jóvenes montados en caballos y vestidos como los Reyes Magos. Ellos bajaban por toda la calle hasta el parque, llenos de juguetes y regalos para los niños pobres de la ciudad, cuyos regalos eran recogidos por distintos negocios e instituciones. Qué alegria nos daba el pasaje de aquella caravana tan bonita, que llevaba esperanza y júbilo a los que carecian de tanto. Alli se reunían en esa calle los ricos y pobres, niños contentos enseñando los juguetes que habían podido llevar.
"Me recuerdo que a esa hora casi siempre había un poco de frío. Pero a medida que se llenaba la callle y subía el día, se iba calentando la temperatura al igual que se calentaban aquellos corazones infantiles esperando, impacientes, el único regalo que a lo mejor iban a recibir. Creo que, para todo bayamés, la Caravana de los Reyes Magos es inolvidable".

 

"Mamá, para mí la ilusión ya bastaba..."

Sr. Santiago de Juan, Sagua la Grande, Las Villas (Orlando)

"Era el 6 de enero de 1944. A mi edad de 9 años, ese día de Reyes quedó grabado para siempre en mi recuerdo.
"Hacía cinco años desde que mi padre, trabajando como ingeniero para el Central Santa Teresa, había sufrido un accidente y fallecido. Lo que lanzó a mi madre y a mis otros cuatro hermanos a una miseria tal, que los 3 pesos al mes que mi madre devengaba trabajando como cocinera 7 dias a la semana, juntándolo con lo que mi tía y dos otros hermanos ganaban, no lograba llegar a la cantidad de 10 pesos al mes.
"Varios días antes de Nochebuena, en la vidriera-quincalla que había en el café más popular del pueblo, comenzaron a exhibir un revolver de fulminante. Creo que había sido hecho a mano, y tenía un precio de $3.50. Mis amigos y yo, diariamente, pasábamos por el lugar para admirar aquello que era un sueño, pues no tenía comparación con lo revólveres de madera que usábamos en nuestros juegos de policía y bandidos.
"Unos días antes de los Reyes, no nos sorprendimos cuando vimos que el revólver
ya no estaba en exhibición. Pensamos que Melchor, Gaspar o Baltazar lo habían
comprado y sentimos tristeza a la vez que aceptamos lo inevitable: nuestro
sueño había terminado...
"En la mañana del 6 de enero nos despertamos como habíamos hecho en años anteriores, con nuestras expectaciones limitadas a abrir los regalos teniendo como única incógnita si serían medias o camisetas, o tal vez un par de zapatos, aquello que encontraríamos. Pero lo que vimos nos dejó completamente paralizados por unos segundos. Allí, ante nuestros ojos, al alcance de nuestras manos, estaba el revólver de la vidriera...

"Emociones indescriptibles, no ya para un niño de 9 años, sino para cualquier humano, colmaron mi corazón y el de mis hermanos.

"Yo no podía creer lo que veía y mucho menos asimilarlo enteramente, pero era suficiente para comprender el enorme esfuerzo hecho por madre para comprar ese regalo.

"Yo sólo tenía una ilusión con el revólver, que vale el trabajo de más de un mes, yo NO lo quería en realidad, mamá, me bastaba tenerlo en sueños", le dije llorando, mientras ella también lloraba, sin entender en ese momento mi reacción.

"En este día de Reyes de 1999, cuando como todos los días vaya a ver a mi madre, una vez más le recordaré lo del revolver. Sé que, a su edad de 94 años, me dará un beso y sonreirá, pero no me reconocerá. En su mente, ella misma es hoy una niñita que clama por su madre y juega con sus hermanitas. ¿Pero quién sabe si ahora, con su mentalidad de niña, por fin comprenda las razones por la cual yo no acepté el sacrificio que fue para ella la compra de aquel revólver?"

 

La noche en que una niña consiguió agarrar al Rey Melchor...

Sr. Raúl Musibay, Cayo la Rosa, Bauta, La Habana (Miami)
"Recuerdo que, siendo bien pequeño, la Fiesta de los Reyes Magos era el día más esperado del año, ya que los sueños muchas veces se hacían realidad... La noche anterior iba a cortar hierba para los camellos. Yo pensaba que a los camellos les gustaba la hierba de Cayo la Rosa, porque siempre se la comían toda...

"Aunque un poco nervioso con la expectativa, la víspera de los Reyes iba a dormirme más temprano.
"Los regalos de Reyes más memorables para mí fueron un año en que yo quería una bicicleta y unas botas de vaqueros. Pero, como siempre, me respondían que era difícil, con aquella historia de que los 'Reyes' tenían que traerle regalos a muchos niños. Por eso, en la mejor de las hipótesis yo sólo esperaba una de las dos cosas.
"Para mi sorpresa, a la mañana siguiente encontré, al pie del arbolito de Navidad, ¡la bicleta y las botas!
"La noche de Reyes más memorable de mi esposa fue cuando se hizo la dormida a ver si conseguía ver alguno de los Reyes. Ya muy tarde, mi suegro Pedro, pensando que su hija estaba dormida, entró al cuarto cubierto con una sábana para colocarle los juguetes al pie de la cama. De repente, la niña le saltó encima diciendo: '¡Ya te agarré!' Como pueden imaginar, menuda sorpresa para los dos".

"Lo único que me llenaba de alegría en esos días amargos de la revolución"...

Sra. Heidi Estrada, Marianao, La Habana (Miami)

"A mí también me tocó la época, en los primeros años de la revolución comunista, antes que abolieran las Navidades y Reyes, en que para conseguir los 3 juguetes que tocaban a cada niño las madres muchas veces pasaban la noche a la intemperie hasta que abrieran para conseguir algo que más o menos valiera la pena.

"El último año en que un niño tenía derecho a un juguete era al cumplir los 12. Luego pasaban dos años en los que no se le consideraba a uno ni niño, ni adulto. En ese sentido, quedábamos en el limbo... Digo 'en ese sentido', porque en realidad, vivíamos en el infierno comunista.
"Dentro de toda aquella asfixia y tristeza, recuerdo algo que era lo que me llenaba de alegría en esos días amargos: el Belén que todos los años montaba para sus hijas el Sr. José Manuel Vera. Me pasaba un buen rato mirando las figuritas, el lago con los paticos, el puente, los árboles, los pastores, los Reyes, María y José, el Niño Jesús... Sí, mirando y soñando... Para mí aquello era algo grandioso y se lo agradezco, pues me daba fuerzas espirituales para sobrevivir. Otros niños del barrio también visitaban ese Belén, lo que también traía alegría a sus corazones. El Sr. Vera falleció en Cuba hace muchos años. "Que Dios lo tenga en su memoria, porque gracias a él tuve un feliz recuerdo de la Navidad, en pleno comunismo".

"El día más feliz de nuestra infancia"

Sr. Ramón Antúnez González, Cerro, ciudad de La Habana (Caracas)

"Esas noches inolvidables del 5 de enero, mi madre y mi padre nos recomendaban a mi hermana y a mí que nos metiéramos temprano en la cama y que no nos olvidáramos de dejar en nuestros zapatos, debajo de la cama, las cartas a los tres Reyes Magos. Pues en la madrugada ellos vendrían de muy lejos, en sus camellos llenos de paquetes y regalos para todos los niños.
"Cuánta emoción sentía en cada víspera de Reyes, y aquella noche del 5 de enero, cuando yo tenía 6 años, no fue una excepción. Con un ojo abierto y otro cerrado, me quedé vigilando el arribo de los Reyes a mi cuarto, y en esa vigilia me quedé dormido.
"Mis padres habrán pensado: 'Gracias a Dios al fin se durmió Ramoncito'.

"Mientras yo soñaba mi sueño de las Mil y Una Noches, mi madre y mi padre corrían veloces a la Calzada de Ayestarán. Allí, tomando la ruta 43, Marianao-Parque Central, se bajarían en la otrora y ya desaparecida Plaza del Vapor, en Reina y Galiano. Y entre la numerosa masa de padres, abuelos y tíos harían las compras de Reyes.

"Era una época en que, aún con los bolsillos ajustados, cada jefe de familia tenía la libertad de disponer de ahorros y sueldos.
"Al amanecer, Carmita, mi hermana pequeña, tendría su muñeca con 'saya de paradera' y yo tendría mi Tanque Sherman, como los que arreglaba mi papá en Columbia. Aunque los Reyes no nos dejarían todo lo que habíamos pedido -porque, según nuestros padres, los Reyes no podían cargar con todos los regalos- quedábamos dichosos.

"El esfuerzo de nuestros queridos padres haría de la Fiesta de Reyes el día más feliz de nuestra infancia por toda la carga de maravillosos sueños que, a nuestra edad, nos hacíamos de los Tres Reyes Magos y de sus magnificos y enormes camellos".

Yo ví a los Reyes Magos: "Eran muy altos y con barbas"

Sra. "Eucasal", Vista Alegre, Santiago de Cuba (Miami)

"Tendría yo unos 7 tiernos añitos. Vivíamos en la avenida Manduley y calle 17 de Vista Alegre, Santiago de Cuba. A pesar de que los techos de la casa eran muy altos, el árbol de Navidad, importado de Canadá, casi no cabía. Era una belleza y yo lo miraba por horas. El Nacimiento no se quedaba atrás y mi único lamento era que, en Cuba, no hubiese nieve... "Preocupada en que los Reyes encontraran todo de su agrado, y deseosa de que me
complacieran en la lista de pedidos, me empecé a poner nerviosa. Mamá dice que cuando se fue haciendo tarde, me puse a cerrar todas las puertas y ventanas del miedo que le cojí a la muy esperada visita... Después me fui a dormir.
"Por la mañana me escondieron los regalos detras del sofá, en la sala, y me dijeron que probablemente no habían podido entrar pues yo había cerrado todo... Yo los defendí y les aseguré haberlos visto esa noche: 'Eran muy altos y con barbas, y tuve que dar de comer y limpiar a los camellos'. Recuerdo que mis queridos padres se rieron mucho de mí.

"Yo lamento enormemente el haber perdido mis sueños de los Reyes Magos. ¡Qué maravillosa es la inocencia! ¡Bendita sea la infancia!"

 

 

 

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