Diario Las Américas, ed. electrónica, 6 de abril de 1999

Tendrán los chinos parte del control

del Canal de Panamá

La perspectiva se agrava con la conexión chino-cubana

 

Por ARIEL REMOS

Mientras más se acerca el 31 de diciembre de 1999, fecha en que EE.UU. terminará su presencia militar en la zona del Canal de Panamá debiendo pasar su completa operación a manos panameñas, crece más la inquietud en círculos estadounidenses, incluyendo el Congreso, por las implicaciones que esa retirada tiene con el narcotráfico, la presencia china en el Canal una vez que de él se retiren las tropas de EE.UU. y la conexión entre China y Cuba comunista.

Aunque parezca alucinante, tal como están planteadas las cosas, cuando salgan los estadounidenses de Panamá, entraran los chinos, que abiertamente están tratando de extender su poderío y su influencia o presencia en el Pacífico y en América, especialmente en EE.UU. como una vez lo hicieron los soviéticos.

La alarma de los planes chinos contra EE.UU., ha estado sonando no obstante la política de "compromiso constructivo" de este país con China. son parte de ella el robo de tecnología nuclear o su adquisición para modernizar su arsenal nuclear, a cambio de beneficios obtenidos por medio de contribuciones a la campaña demócrata de 1996; el desarrollo de su poderío nuclear logrando emplazar cohetes capaces de alcanzar el territorio de EE.UU.; sus acuerdos estratégicos con Rusia proclamando "una nueva era en sus relaciones" para contrarrestar la influencia de EE.UU. en el mundo de la postguerra fría; sus renovados contactos con Cuba, que reverdecieron a altos niveles cuando el pasado 26 de febrero una delegación presidida por el Ministro de Defensa, visitó la Isla y no precisamente para hacer turismo.

Es de público conocimiento que el gobierno de Panamá negoció con una compañía de fecha del gobierno chino --la Hutchinson Whampoa, Ltd., con sede en Hong Kong, --los derechos para operar durante 50 años los puertos Balboa --el único que da al Pacífico-- y Cristóbal, uno de los tres, y el principal, de los que dan al Atlántico.

El presidente de la Hutchinson, Li Kashing, ha formado parte de la Junta de Directores de una afiliada al Ejército chino, la China International Trust and Investment corporación.

La compañía Hutchinson Whampoa está asociada con otra compañía controlada por el ejército chino (Ejército de Liberación del Pueblo ELP), china Ocean Shipping Co. (COSCO), La que estuvo a punto de serle concedida la operación de la abandonada Base Naval de Long Beach, California, y le fue impedida por la vigorosa denuncia del plan hecha por los conservadores estadounidenses.

La concesión a los chinos se hizo a través de la Ley No. 5 de Panamá según expertos en la materia, y posiblemente de una "provisión secreta del 16 de enero de 1997, la que puede haber violado tanto los términos del Tratado del Canal de Panamá de 1977, como la Constitución panameña.

a citada ley, dicen también, le da a la Hutchinson Whampoa, Ltd., la "Primera Opción" para hacerse cargo de la estación naval Rodman; "Derechos a operar el servicio de remolcadores para el Canal, y vías de comunicaciones privadas cerca de los dos puertos; igualmente el derecho a negar acceso a los puertos, y de entrada en el Canal, si se considera que interfiere con los asuntos de Hutchinson, esto último en abierta violación del tratado de 1977, que garantiza el paso expedito de barcos de la Armada de EE.UU.

Estos avances de compañías chinas asociadas al régimen comunista chino, no han recibido la atención que merecen por parte del gobierno de EE.UU.

El 16 de junio de 1998, el ex jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. Almirante Thomas H. Moorer, testificó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, sobre la perspectiva del Canal al hacer mutis EE.UU. y en relación con los derechos concedidos a la Hutchinson, declarando que su mayor preocupación "es que esta compañía está controlada por los chinos comunistas que han obtenido sin un solo disparo un bastión en el Canal de Panamá, algo que costó a nuestro país muchos años lograr". El semanario Human Events (Julio 31, 1998) pone en duda la honestidad del procedimiento que llevó a darle los contratos a la compañía china.

La bien documentada revista The New American (Marzo 29,1999) por su parte, precisa que en 1996 el gobierno chino, a través de testaferros, no sólo hizo contribuciones económicas ilegales a la campaña de Clinton-Gore, sino a los políticos en Panamá, para asegurar su control de los puertos de Balboa y Cristóbal, a través de una de sus compañías de fachada, cuando termine en ella la presencia militar de EE.UU.

Pero este acercamiento de China al Continente con autoridad como la que dispondrá cuando el Canal pase a manos panameñas, se agrava cuando en esa conexión entra Cuba. Expertos en las relaciones entre ambos países no han pasado por alto la visita de la delegación presidida por el Ministro de Defensa, mientras fuentes bien informadas comentan que ambos países han establecido un acuerdo cooperativo en relación con actividades en América Latina, de las que la Zona del Canal de Panamá es su objetivo prioritario.

Esos expertos opinan también que Cuba ve en China no sólo un potencial aliado económico, sino --y más importante-- un proveedor para reconstruir su capacidad militar, con la tecnología militar y armamento nuevo del que está carente. Por otro lado, dicen otras fuentes, existe la posibilidad de que Castro le está suministrando a China información que le da Rusia y la obtenida a través de la base de espionaje electrónico en Lourdes, cerca de La Habana.

Todo esto tiene como fondo, además, la significación estratégica del Canal y, en particular, en la lucha contra el narcotráfico, al punto de que el presidente de la Cámara de Representantes, Dennis Hastert, y el del senado, Trent Lott, escribieron al presidente Clinton urgiéndole negociar con su colega de Panamá, la extensión de la presencia militar de EE.UU. en ese país.

La ausencia militar estadounidense en esa importante zona canalera, "degradará seriamente nuestra capacidad de interceptar el flujo ilegal de narcotráficos a nuesta nación. Además, sin las bases en Panamá, haría mucho más difícil a EE.UU., realizar operaciones humanitarias como la que llevó a cabo en América Central en respuesta al huracán Mitch, y cumplir nuestra contínua obligación de defender la seguridad y neutralidad del Canal de Panamá", dicen Lott y Hastert.

Un agravante de la situación es la decisión del Departamento de Defensa de cerrar el próximo mes de mayo la Base Aérea de Howard, "la más importante instalación estadounidense en Panamá, y el centro de nuestras operaciones contra narcóticos en América Central y América del Sur", lo que significaría la última oportunidad de gestionar la permanencia militar de EE.UU. en Panamá, más allá del 31 de diciembre de 1999, dicen Hastert y Lott.