A continuación, siguen 3 capítulos del libro "Cuba comunista después de la visita papal - Temas candentes de la actualidad religiosa y política de la isla-cárcel", editado por la Comisión de Estudios Por la Libertad de Cuba (1998), donde se comentan algunos aspectos de las alocuciones papales en Cuba.

Importante: por dificultades técnicas, no fue posible intercalar en la edición Internet las numerosas Notas, que fueron colocadas al final, sin la numeración. Para solicitar la edición impresa del libro, escribir a: Por la Libertad de Cuba / P.O. Box 143334 / Miami 33114- FL, o llamar al tel.-fax: (1-305) 740-6436 / Miami-FL

 

CAPÍTULO 4

¿Logros del régimen?

 

 En el avión que lo conducía a la isla-cárcel de Cuba, durante improvisada entrevista concedida a los "vaticanistas" que con él viajaban, S.S. Juan Pablo II tuvo ocasión de realzar su "convicción" y su "compromiso" con la defensa de los así llamados derechos humanos. Explicó el Papa que son ellos "derechos fundamentales que se encuentran en la base de toda civilización"; y añadió que maduró esa convicción tanto en Polonia cuanto "en el enfrentamiento con la Unión Soviética y el sistema soviético, con el sistema autoritario comunista".

Condena papal a la "revolución de Lenin"

Esas palabras resonaron de manera confortante pues preanunciaban una inédita defensa en el seno de Cuba comunista, por parte del Santo Padre, de los derechos de Dios y de los hombres brutalmente conculcados por el régimen comunista durante cuatro décadas. Particularmente clarificadora fue, en la misma ocasión, su condena a la "revolución de Lenin" que, según explicó el Pontífice, "quiere decir revolución del odio, de la venganza, de las víctimas". La trascendencia de esas palabras bien puede medirse por el hecho de que, como es sabido, la revolución de Castro fue hecha en los moldes del más radical leninismo.

Interrogaciones

En sentido diverso, algunas afirmaciones del augusto visitante sobre aspectos de la realidad cubana --en las cuales, como se verá, no está ausente la influencia de informaciones proporcionadas por los Sres. Obispos cubanos-- despiertan respetuosas y filiales interrogaciones.

Interrogaciones que, como ya lo expresáramos con énfasis en las páginas iniciales de este trabajo, no van en desmedro de la veneración de cada católico a la Cátedra de Pedro, ni disminuyen el entusiasmo provocado por afirmaciones del Pontífice en Cuba en las que transparece un genuino cuño sobrenatural, varias de las cuales están consignadas en el presente trabajo.

La respuesta del Santo Padre a una pregunta periodística en la que se le solicitaba un "juicio sobre estos últimos 40 años de Cuba", o sea, sobre el período revolucionario, despierta perplejidad.

Dijo el Papa a ese respecto: "No estoy realmente al corriente de estos problemas. Estoy estudiándolos. Pero, según las noticias, también según las noticias que nos hacen llegar los Obispos, diría que las cosas mejoran. Por ejemplo, la escolarización, las escuelas, también el sistema sanitario. Estoy convencido de que es así". E hizo la reserva de que, en contraposición, "quizá hay menos progresos en el orden del ser humano, de los derechos de la persona".

S.S. Juan Pablo II, si bien reconoce no estar interiorizado sobre el período revolucionario, se muestra "convencido" de la existencia en la Cuba comunista de "progresos" en los campos de la escolarización y la salud.

La dificultad en acompañar la afirmación papal radica en el hecho de que, tal como prueban numerosos y conceptuados estudios, las escuelas y los servicios de salud han sido usados por el comunismo cubano como eficaces instrumentos de control de la población, de adoctrinamiento comunista y de corrupción moral de la juventud. Por ejemplo, el gobierno marxista se vale de los programas de alfabetización y escolarización para inculcar en los jóvenes seudo-valores que son totalmente opuestos a los de la Iglesia. También, los publicitados "médicos de familia" son mitad facultativos y mitad comisarios políticos al servicio del Partido Comunista. Las propias estadísticas proporcionadas por el régimen sobre supuestos logros en ambos campos, del punto de vista técnico, cuantitativo y cualitativo, han sido puestas en tela de juicio por observadores imparciales, que señalan su carácter de "mitos publicitarios" insistentemente divulgados por todo el mundo.

¿Verdad, belleza y bondad?

Al leer afirmaciones elogiosas del Pontífice sobre la educación impartida por el régimen --incluídas en el mensaje escrito a los jóvenes cubanos, anunciado en la Homilía de Camagüey y distribuído después de la Misa-- el desconcierto podrá tomar cuenta nuevamente del lector.

Después de referirse a "la escalofriante crisis actual de valores que sacude al mundo", Juan Pablo II asevera que "frente a ello, las estructuras públicas para la educación, la creación artística, literaria y humanística, y la investigación científica y tecnológica, así como la proliferación de escuelas y maestros, han tratado de contribuir a despertar una notable preocupación por buscar la verdad, por defender la belleza y por salvar la bondad".

O sea, las estructuras educativas del gobierno comunista habrían hecho serios esfuerzos para que los jóvenes cubanos se preocupasen en buscar, defender y salvar, respectivamente, la verdad, la belleza y la bondad, que son objetivos trascendentales del ser humano.

¿Cómo explicar una afirmación tan categórica en favor del sistema educativo comunista de Cuba, que tanto se opone a una trágica realidad que los cubanos de la isla y del exilio conocen por experiencia propia? Al parecer, por el hecho de que una de las principales fuentes de información del Pontífice sobre lo que ocurre en la isla-cárcel son los Obispos cubanos, algo por él reconocido en la ya citada entrevista.

En este caso, ¿cuáles habrán sido las noticias e informaciones proporcionadas por los Sres. Obispos a la Santa Sede, sobre esos supuestos logros del régimen en materia de educación y salud?

Colaboracionismo de Obispos cubanos

Ya en el Documento final del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), efectuado en 1985, los Obispos de la isla afirmaban que, como parte de un proceso de acercamiento con el régimen comunista, se había llegado a una "coincidencia" en ciertos objetivos fundamentales del régimen, incluyendo la salud y la educación: "La Iglesia pasó desde una aceptación de la realidad del carácter socialista de la Revolución, sin antagonizar el proyecto socialista como tal, hasta la coincidencia en los objetivos fundamentales en el campo de la promoción social: salud pública, enseñanza y trabajo al alcance de todos, satisfacción de las necesidades básicas, etc." (ENEC, No. 60).

Este párrafo --sumamente elocuente sobre el rumbo adoptado por los Sres. Obispos cubanos-- y otros aspectos notoriamente colaboracionistas que se encuentran en el documento final del ENEC, fueron ampliamente comentados en un libro de "Cubanos Desterrados", ¿Hasta cuándo las Américas tolerarán al dictador Castro...?. Dentro de los límites de este artículo no nos extenderemos en ese análisis, limitándonos a remitir al lector interesado en profundizar el tema, a dicha obra.

En todo caso, resulta particularmente dolorosa la perspectiva de que, en adelante, los Sres. Obispos puedan intentar justificar su "coincidencia" con ciertos objetivos del régimen valiéndose de palabras del Pontífice.

Loable llamado

Juan Pablo II, durante su homilía en Santa Clara, dedicada a la familia, hace un loable llamado a los cubanos para "recuperar los valores religiosos en el ámbito familiar y social, fomentando la práctica de las virtudes que conformaron los orígenes de la Nación cubana"; indicando a Nuestro Señor Jesucristo como el camino para vencer "males" como "las relaciones prematrimoniales a temprana edad", "la proliferación de la promiscuidad", del aborto, etc.

Ahora bien, el adoctrinamiento comunista y la degeneración moral a través de los diversos tentáculos del Estado, como el sistema educativo, son métodos que vienen siendo científicamente aplicados por el comunismo cubano. Por ello, en el actual contexto de la Cuba comunista, con el clima asfixiante de toda y cualquier virtud inducido por el Estado todopoderoso, es difícil comprender cómo los padres de familia cubanos podrán concretar ese paternal deseo de S.S. Juan Pablo II.

En la misma ocasión, el Papa hizo también un llamado para que "la familia, la escuela y la Iglesia" formen una "comunidad educativa donde los hijos de Cuba puedan 'crecer en humanidad'".

Sin embargo, ¿de qué manera los niños y jóvenes cubanos podrán crecer en humanidad --y, sobre todo, en virtud-- si continúan en las garras de una "escuela" sobre la cual el régimen comunista tiene un estricto monopolio?

En el actual escenario sociopolítico cubano --"con el marxismo leninismo, estatalmente inducido", según expresión de Mons. Pedro Meurice, Arzobispo de Santiago de Cuba, al recibir al Papa-- las familias no están en condiciones de contrarrestar efectivamente ese enorme poder destructor de las almas.

Radicalidad del régimen

El régimen comunista pretende continuar con el monopolio de la educación. En efecto, poco antes de la visita del Papa, el embajador cubano ante la Santa Sede, Hermes Herrera, había declarado a los periodistas que existen "reservas inamovibles" del régimen comunista sobre la posibilidad de que la Iglesia pueda abrir escuelas católicas. Y algunos días después de la partida del Papa, Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea del Poder Popular, manifestó la determinación del régimen de "no permitir" la reapertura de las escuelas católicas, porque "no vamos a abandonar un principio de la revolución". Simultáneamente, durante las celebraciones del 145 aniversario del nacimiento de José Martí, el número dos del régimen, Raúl Castro, reafirmaba en Santiago de Cuba "los principios de la revolución"; y en La Habana, un alto dirigente de las Juventudes Comunistas proclamaba la "fe en la revolución" que debía mover a los jóvenes cubanos.

Fidel Castro, al recibir a Juan Pablo II en el aeropuerto de La Habana, aseguró que el "respeto hacia los creyentes" es un "principio básico" de los revolucionarios cubanos y que éste se encuentra "definido" y "garantizado" por la Constitución". Sin embargo, en su artículo 39 se afirma que el Estado comunista tiene entre los fundamentos de su "política educacional" al "ideario marxista"; y posee como objetivo "promover" "la formación comunista de las nuevas generaciones".

Jóvenes cubanos: terrible disyuntiva

El Santo Padre, en su homilía dedicada a los jóvenes, en Camagüey, expresó de manera categórica que "la Iglesia tiene el deber de dar una formación moral, cívica y religiosa, que ayude a los jóvenes cubanos a crecer en los valores humanos y cristianos, sin miedo". Pero añadió a continuación, de manera realista, que para ello es preciso "una obra educativa que necesita el tiempo, los medios y las instituciones que son propios de esa siembra de virtud y espiritualidad para bien de la Iglesia y de la Nación".

Ahora bien, la triste realidad, como se acaba de ver, es que los jóvenes cubanos continúan en las garras del régimen comunista desde el momento en que sus máximos dirigentes continúan reafirmando su intransigencia revolucionaria.

De esa manera, los jóvenes de la isla-cárcel se ven delante de una terrible disyuntiva: ¿cómo atender, sin grave riesgo para sus almas, el llamado de S.S. Juan Pablo II a asumir "un compromiso responsable" en "el entramado de la sociedad civil" y a tener en ella "una presencia activa y audaz" (mensaje escrito a los jóvenes, Camagüey), sin recibir previamente la indispensable formación religiosa y moral a que se refirió el Pontífice?

Máxime cuando --tal como lo señalara el augusto visitante en su encuentro con Obispos, religiosos y fieles en la Catedral Metropolitana-- la "ausencia" de valores humanos, éticos y religiosos "afecta a amplios sectores de la sociedad", pero "especialmente a los jóvenes, que por eso son más vulnerables".

  

CAPÍTULO 5

Las causas de la miseria moral y material de Cuba

 En el aeropuerto de La Habana, poco después de llegar a Cuba, el Pontífice anunció con voz firme: "Ya desde los primeros momentos de mi presencia entre Ustedes, quiero decir con la misma fuerza que al inicio de mi Pontificado: '¡No tengan miedo de abrir sus corazones a Cristo!', dejen que él entre en sus vidas, en sus familias, en la sociedad, para que así todo sea renovado".

Oportunas palabras

Esas palabras no podían ser más oportunas pues señalaban certeramente la solución profunda, de orden espiritual, para las llagas de un pueblo profundamente devastado, moral y materialmente, por un implacable régimen comunista.

S.S. Juan Pablo II emprendía así su tarea de "anunciar la verdad sobre Jesucristo" a "este noble pueblo, sediento de Dios y de valores espirituales", ofreciendo sus "mejores votos para que esta tierra pueda ofrecer a todos una atmósfera de libertad, de confianza recíproca, de justicia social y de paz duradera".

El Papa concluía el saludo inicial encomendando su Visita pastoral "a la maternal protección de la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre", al tiempo que bendecía de corazón "a todos, y de modo particular a los pobres, los enfermos, los marginados y a cuantos sufren en el cuerpo o en el espíritu". Bendición que sin duda conmovió profundamente, hasta las lágrimas, a 11 millones de hermanos prisioneros que llevan acumulados en sus cuerpos y en sus almas tantos y tan inenarrables sufrimientos.

Esos conceptos despertaron, como era de esperar, el entusiasmo de los católicos cubanos. A medida que los días de la visita transcurrían, el precioso legado del Papa a nuestro pueblo fue siendo enriquecido con palabras que indicaban la solución sobrenatural de los profundos problemas cubanos: abrir las almas a Nuestro Señor Jesucristo, por la mediación de la Santísima Virgen.

Causas de la tragedia cubana

Sin embargo, al tiempo que el remedio sobrenatural quedaba claramente delineado, el diagnóstico papal evitaba relacionar directamente las causas de la tragedia cubana con el sistema socio-económico imperante.

Así, en más de una oportunidad, el Papa se refirió a las llagas espirituales y morales de la Cuba de hoy situándolas en el contexto de una crisis mundial; por lo tanto, como un reflejo de problemas comunes a todos los países, como si aparentemente esas llagas no tuviesen las señales indelebles propias de una sociedad comunista. En esa línea, en Santa Clara, Juan Pablo II expresó: "Hoy las familias en Cuba están también afectadas por los desafíos que sufren actualmente tantas familias en el mundo". Y al día siguiente, en Camagüey, en mensaje escrito distribuido a los jóvenes, el Papa afirmaba en el mismo sentido: "La sombra de la escalofriante crisis actual de valores que sacude al mundo amenaza también a la juventud de esta luminosa isla".

Llagas materiales

En relación a las llagas materiales de Cuba comunista --en particular, a la miseria en que yace el pueblo-- Juan Pablo II evitó en sus alocuciones cualquier alusión al sistema de propiedad colectiva que, en cuanto negando el derecho natural de propiedad privada, es la causa principal de la postración económica de la isla-cárcel. Postración material que, tal como observadores económicos imparciales han demostrado, se debe a causas intrínsecas al sistema socialista, y no al embargo norteamericano. Esta medida coercitiva --independientemente de la valoración moral que de ella se haga-- ha sido esgrimida por el régimen como un pretexto para intentar justificar ese fracaso. Es lo que demuestra un reciente libro ya citado, el cual incluye una compilación de documentos actualizados que prueban esas afirmaciones. A esa obra remitimos al lector.

Paradoja

En La Habana, en importante homilía pronunciada en la plaza de la Revolución, Juan Pablo II, sin mencionar al comunismo por su nombre, circunscribirá sus críticas a este sistema en lo que dice respecto a su ateísmo y a la falta de ciertas libertades. No lo hará por lo tanto en cuanto un sistema socio-económico productor de miseria, e intrínsecamente injusto por negar el derecho de propiedad, que es uno de los requisitos indispensables para lograr una auténtica libertad. Derecho de propiedad privada al que el Pontífice no se referirá, siquiera indirectamente, en sus discursos y homilías en Cuba. Mientras tanto, el Papa paradójicamente condenará en términos muy duros la miseria que estaría siendo producida actualmente por una forma de capitalismo. Es lo se verá a continuación.

Juan Pablo II, aludiendo al comunismo, critica "sistemas" que "han pretendido también reducir la religión a la esfera meramente individual, despojándola de todo influjo o relevancia social"; y advierte "que un Estado moderno no puede hacer del ateísmo o de la religión uno de sus ordenamientos políticos". El censurable aspecto económico del sistema comunista, por tanto, no es abordado siquiera indirectamente. Pero a continuación, pasa a recriminar "una forma de neoliberalismo capitalista que subordina la persona humana y condiciona el desarrollo de los pueblos a las fuerzas ciegas del mercado", con lo cual se asistiría "en el concierto de las naciones al enriquecimiento exagerado de unos pocos a costa del empobrecimiento creciente de muchos, de forma que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres".

Así, ante centenas de millares de cubanos que estaban en ese momento en la plaza de la Revolución y de millones de telespectadores que acompañaron la homilía por televisión, los dirigentes comunistas cubanos en cierto modo podrán haberse sentido eximidos de culpas por su estrepitoso fracaso material.

Pocas horas después, ya en el aeropuerto, en sus palabras de despedida el Papa sintetiza las posibles "causas" de la "pobreza, material y moral" de Cuba. En la enumeración, tampoco se incluirá el sistema de producción colectivista, pero sí el embargo económico. Esas causas, dice S.S. Juan Pablo II, "pueden ser, entre otras, las desigualdades injustas, las limitaciones de las libertades fundamentales, la despersonalización y el desaliento de los individuos, y las medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del País, injustas y éticamente inaceptables".

Profundo respeto

Lo anterior no ha pasado desapercibido a muchos católicos de la isla y del exterior quienes, al tiempo que mantienen una invariable actitud espiritual de profunda veneración y respeto hacia el Sucesor de Pedro, adoptan una actitud interrogativa y de búsqueda afanosa de una explicación adecuada.

 

 

CAPÍTULO 6

¿Es posible una "síntesis" con la anti-cultura comunista?

 

En los discursos, alocuciones y homilías pronunciados en Cuba, S.S. Juan Pablo II manifestó la constante preocupación de introducir una genuina cuña sobrenatural, teniendo como piedra de ángulo al Divino Salvador.

"Tesoros de la Redención"

Pasajes de su discurso en la Universidad de La Habana no fueron una excepción a esa regla. Así, la voz del Pontífice resonó en el Aula Magna, extendiéndose por los antiguos claustros y salones, proclamando que "en Cristo, toda cultura se siente profundamente respetada, valorada y amada; porque toda cultura está siempre abierta, en lo más auténtico de sí misma, a los tesoros de la Redención".

El mensaje es claro, y de él se desprende que una cultura, para preciarse de ser tal, para ser auténtica, debe abrirse a las gracias infinitas de la Redención y tener en su centro los tesoros de Nuestro Señor Jesucristo; en caso contrario, no podrá ser considerada una verdadera cultura.

El Papa explica, de manera original y profunda, de qué manera se puede dar, en lo más íntimo del tejido social de una nación, la sabia acción evangelizadora; se trata de alcanzar el "alma" misma de la cultura que se pretende evangelizar: "Toda cultura tiene un núcleo íntimo de convicciones religiosas y de valores morales, que constituye como su 'alma'; es ahí donde Cristo quiere llegar con la fuerza sanadora de su gracia".

Por ello, concluye, "la evangelización de la cultura es como una elevación de su 'alma religiosa', infundiéndole un dinamismo nuevo y potente, el dinamismo del Espíritu Santo, que la lleva a la máxima actualización de sus potencialidades humanas".

Benéficas consecuencias

Las benéficas consecuencias sociales de esa acción en profundidad del Espíritu Santo también son señaladas por el Papa sin eufemismos: "Cristo es la vía que guía al hombre a la plenitud de sus dimensiones, el camino que conduce hacia una sociedad más justa, más libre, más humana y más solidaria".

El Pontífice da un paso más, afirmando que Cuba tiene una "cultura propia" en cuya formación histórica hubo "influencias diversas": la hispánica católica, la africana, la de los inmigrantes y la propiamente americana, de los aborígenes. El Santo Padre discierne que la historia de Cuba "ha visto la fe católica como fuente de los ricos valores de la cubanía".

Auge emocionante

Cubanía que, iluminada por esa fe católica, "tiene una honda matriz cristiana". Cubanía que, impregnada por los valores cristianos, "es hoy una riqueza y una realidad constitutiva de la Nación".

El mensaje papal llega aquí a un auge, de manera emocionante y esperanzadora. En efecto, el Santo Padre discierne que, en medio de las ruinas de una sociedad asolada por cuarenta años de comunismo, sobrevive en el alma del pueblo cubano un substracto cristiano que no ha podido ser extinguido por la Revolución comunista, pese a todos los esfuerzos desplegados en ese sentido. Se trata, parafraseando el Evangelio, de una valiosa "mecha que aún humea" en el alma cubana. Y por ello se explica que el Papa se refiera a ese substracto cristiano como "una riqueza"; sin duda, el más preciado tesoro, pues tiene relación directa con los frutos de la Redención.

 Auténtica democracia y Estado de Derecho

Juan Pablo II, al recordar trazos del pensamiento del Padre Varela, aprovechará para realzar las características de una auténtica democracia, entre las cuales, la existencia de un "Estado de Derecho, garantía esencial de toda convivencia humana que quiera considerarse democrática".

También aquí el mensaje papal cobra especial relieve, si se considera que en Cuba comunista no existe ese Estado de Derecho, y sí una "violación institucional" de todos los derechos de Dios y de los hombres, tal como lo ha mostrado de manera brillante el destacado jurista cubano en el exilio Dr. Claudio Benedí, en sus informes ante la OEA.

Respetuosa dificultad

Sin embargo de todo lo anterior, al dejar atrás el Pontífice el sublime plano de la interpretación teológica e histórica, y acercarse al plano de los hechos, proponiendo vías concretas de acción, una vez más sentimos respetuosa dificultad en acompañar su pensamiento.

Como se verá a continuación, Juan Pablo II parte de la premisa de que a nivel de los "artífices de la cultura" ya existiría un "diálogo cultural fecundo" entre creyentes y no creyentes, que se trataría de profundizar. Porque también en éstos últimos --el Papa no lo dice explícitamente, pero en la Cuba de hoy éstos no pueden dejar de ser en su mayoría comunistas, aún suponiendo que los pudiera haber de diversas tendencias-- habría una real voluntad de diálogo: "En Cuba se puede hablar de un diálogo cultural fecundo, que es garantía de un crecimiento más armónico y de un incremento de iniciativas y de creatividad de la sociedad civil. En este país, la mayor parte de los artífices de la cultura --católicos y no católicos, creyentes y no creyentes-- son hombres de diálogo, capaces de proponer y de escuchar".

Desconocemos los antecedentes que hayan sido proporcionados al Pontífice sobre el diálogo "fecundo" ya existente, así como sobre esa disposición al diálogo de los "artífices de la cultura" del lado comunista. Las informaciones de que disponemos, provenientes de estudios objetivos y documentados, muestran todo lo contrario. En efecto, el régimen cubano ha promovido un absoluto monolitismo comunista en los medios académicos y culturales, el cual se mantiene hasta hoy. El 24 de febrero pp., en discurso de más de 7 horas durante la instalación de la nueva Asamblea Nacional del Poder Popular, Fidel Castro arremetió con violencia verbal contra ciertos intelectuales que estarían osando dar alguna señal de disidencia. De esa manera, el dictador manifestaba su decisión de continuar con la fiscalización y el control de las expresiones culturales, teniendo en vista la realización, en noviembre próximo, del VI Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Terrible realidad

El sociólogo Juan Clark, de la Universidad de Miami, define en pocos trazos esa terrible realidad en Cuba comunista, al afirmar que "la cultura, aún más que otras manifestaciones del quehacer cubano, está férrea y formalmente controlada por el Estado".

Es por ello que "cada intento por parte de un cubano dentro de la isla de ejercer el derecho de libertad de creación o de expresión, ha sido reprimido con la cárcel o el ostracismo". Y añade a ese respecto: "La actividad cultural es, fundamentalmente, obra del pensamiento, y un régimen al estilo del impuesto en Cuba trata de evitar la más insignificante disidencia ideológica. El Estado totalitario dicta los parámetros ideológicos de la cultura en la sociedad y únicamente aceptando estos parámetros puede el ciudadano participar de la misma. Es así que el Estado determina la música que el ciudadano común puede escuchar, las películas que puede ver (estas limitaciones no alcanzan a la clase gobernante privilegiada), las obras que se escenificarán, los programas que la televisión y la radio trasmitirán, las publicaciones que podrá leer. Asimismo, debido al control estatal sobre la producción y distribución de elementos materiales necesarios para la ejecución de ciertas actividades culturales, los ciudadanos se ven impedidos de practicarlas fuera de los organismos culturales".

Revolucionarios: singular concepto de "libertad"

Como si lo anterior no bastase, Clark recuerda que "el control sobre la cultura en Cuba adquiere carácter institucional" desde el momento en que la propia Constitución "viola el derecho a tomar parte libremente en la vida cultural", cuando afirma que "es libre la creación artística siempre que su contenido no sea contrario a la Revolución"...

A ese singular concepto de "libertad" se refirió con desembarazo, delante del Pontífice, el rector de la Universidad de La Habana. En efecto, en palabras que en realidad fueron una burda apología del régimen castrista, ese importante "artífice" de la anti-cultura comunista en la Cuba de hoy, afirmó que "la revolución cubana fue y es el evento histórico" que promueve una "libertad plena y auténtica" de los individuos y de la sociedad; que concede "acceso a la educación y a la cultura"; y que, por ello, crearía las condiciones para "una vida espiritual enriquecedora"...

¿"Síntesis" entre elementos antagónicos e incompatibles?

Juan Pablo II, inmediatamente a continuación del párrafo de su discurso que hemos citado, y basado en la premisa del "diálogo fecundo" que ya existiría, hará un llamado a encontrar una "síntesis" cultural, dado que tanto la Iglesia cuanto las "instituciones culturales" de la Cuba de hoy tendrían "una finalidad común", la de "servir al hombre":

"Los animo a proseguir en sus esfuerzos por encontrar una síntesis con la que todos los cubanos puedan identificarse; a buscar el modo de consolidar una identidad cubana armónica que pueda integrar en su seno sus múltiples tradiciones nacionales. La cultura cubana, si está abierta a la Verdad, afianzará su identidad nacional y la hará crecer en humanidad.

"La Iglesia y las instituciones culturales de la Nación deben encontrarse en el diálogo, y cooperar así al desarrollo de la cultura cubana. Ambas tienen un camino y una finalidad común: servir al hombre, cultivar todas las dimensiones de su espíritu y fecundar desde dentro todas sus relaciones comunitarias y sociales".

Con toda la veneración y el respeto debidos, no comprendemos cómo pueda darse una "síntesis" entre elementos no sólo antagónicos sino incompatibles como lo son los principios de la fe católica y los de la anti-cultura marxista. Si bien el Papa no habla en ningún momento del marxismo como una de las partes coadyuvantes de esa eventual "síntesis", ¿cómo podría considerarse, en el contexto de la Cuba de hoy, la posibilidad de una "síntesis" en la que no esté presente el comunismo, si la "cultura" dominante desde hace cuatro décadas es la marxista y las "instituciones culturales" aludidas por el Pontífice están en las férreas manos del Estado totalitario?

El propio Santo Padre, en Roma, tres días después de volver de la isla-cárcel, al hacer referencia a este discurso y enumerar las "influencias" recibidas por la "cultura cubana" en los últimos siglos, cita la de "la ideología marxista materialista y atea", "en los últimos decenios".

¿Finalidad común?

Tampoco nos resulta posible comprender la afirmación de que la Iglesia y las "instituciones culturales" del sistema comunista cubano tengan una "finalidad común" al servicio del progreso espiritual del hombre, como si el régimen no hubiese aplicado todos sus esfuerzos de manera metódica, durante cuarenta años, para destruir el "alma cristiana" de Cuba.

Juan Pablo II afirma en su discurso que "la cultura cubana, si está abierta a la Verdad, afianzará su identidad nacional y la hará crecer en humanidad". En ese sentido, esa apertura a quien es el Camino, la Verdad y la Vida --reflejada en el admirable lema del actual Pontífice "¡No tengan miedo de abrir sus corazones a Cristo!"-- si es auténtica, conduce naturalmente a una conversión y no a una imposible síntesis entre el bien y el mal. Porque, como planteó San Pio X, "¿desde cuándo puede existir un acuerdo entre la luz y las tinieblas, entre Cristo y Belial?"

Por fin, tal como ya hicimos referencia, en este discurso el Pontífice habla de manera loable sobre la necesidad de un Estado de Derecho que garantice una convivencia democrática. En ese sentido, ¿por qué una democracia, si es legítima, precisaría de una "síntesis" entre elementos contrapuestos y antagónicos, en la que "todos los cubanos" puedan identificarse? En efecto, en una auténtica democracia, ¿no sería conveniente una saludable confrontación de ideas, en la cual los principios católicos tengan oportunidad de resplandecer con el brillo y la fuerza de la verdad, actuando de esa manera como savia de la vida civil y cultural?

Preocupación

Especial preocupación merece el hecho de que los Sres. Obispos cubanos puedan invocar las palabras pontificias para justificar ante los desdichados y perplejos católicos de la isla su actitud colaboracionista en relación al régimen.

En efecto, en el ya mencionado documento final del ENEC, los Obispos hacían un llamado a buscar una "síntesis vital" entre los elementos supuestamente "compatibles del humanismo cristiano" con "la antropología marxista" (ENEC, No. 482).

* * *

Cuánto hubiéramos preferido no tener la obligación moral de manifestar nuestra filial y respetuosa perplejidad ante algunas palabras del Santo Padre en Cuba. Sin embargo, si las pasásemos por alto o las omitiésemos en este trabajo sobre el panorama político-religioso de la Cuba de hoy, estaríamos ocultando una parte sustancial de la realidad, por más dolorosa que ésta pueda ser.

De cualquier modo, al exponer esas dificultades, lo hemos hecho de una manera invariablemente interrogativa. Por ello, suplicamos a la Divina Providencia, por intercesión de la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre, que conceda a nuestros lectores, y a nosotros mismos, luces para resolver dichas dificultades de acuerdo con el espíritu y la doctrina tradicional de la Iglesia.

Estamos seguros de que, procediendo de esa forma, seremos anticipadamente respetados en nuestra posición; porque la Iglesia no es una cárcel para las conciencias, sino una Madre bondadosa y comprensiva.

 

Notas de los tres Capítulos anteriores (por razones técnicas, no fue posible intercalarlas y numerarlas en la edición Internet) 

En este sentido, remitimos al lector al libro editado por "Cubanos Desterrados", Cuba comunista, 1997: 'vergüenza de nuestro tiempo' y de nuestro continente, lanzado en vísperas de la visita papal, donde se incluye documentación actualizada que respalda nuestras afirmaciones.

Por ejemplo, en el capítulo 7, titulado "Mecanismos psicológico-políticos acentúan terror y asfixia espiritual de católicos cubanos", se abordan items como "Educación y salud, eficaces instrumentos de control social", "Médicos: mitad facultativos, mitad comisarios políticos", etc.

En el capítulo 8, "Frutos amargos del comunismo: la destrucción espiritual, moral y psicológica del pueblo cubano", se incluyen items como "Cultura de la muerte", "Escuela, lugar de iniciación al amor libre con activa participación de profesores", etc. (cfr. CUBANOS DESTERRADOS, Cuba comunista, 1997: 'vergüenza de nuestro tiempo' y de nuestro continente-- Dramáticos aspectos de la isla-cárcel del Caribe en vísperas de la visita papal, Ediciones Cubanos Desterrados, Miami, Sept. 1997, 136 pp.

 

La hipótesis de una interferencia de los Obispos cubanos, ya no en materia de informaciones poco objetivas proporcionadas a la Santa Sede, sino en lo que dice respecto a la agenda papal en Cuba, ha sido levantada por la periodista Gina Montaner. Al referirse al hecho de que el Papa no haya recibido en audiencia a conocidas figuras opositoras, incluyendo a un dirigente del laicado católico, y sí a figuras del régimen vinculadas a los aparatos represivos, Montaner afirma:

"Me atrevería a aventurar que la alta jerarquía de la Iglesia cubana (finalmente responsable de la agenda papal en un territorio desconocido para el invitado) distribuyó el tiempo de Wojtyla con la mente puesta en las demandas del régimen. Sólo así se explica que el Nuncio propiciara un encuentro privado del Santo Padre nada menos que con Luis Báez y el recientemente fallecido Manuel Piñeiro, alias 'Barbarroja'. El primero es uno de los mayores policías del pensamiento al servicio de la dictadura y hombre de confianza de Castro.

"El segundo dirigió el terrorismo en Latinoamérica y fue responsable directo de una serie de asesinatos. La aportación de ambos a la historia universal de la infamia quedará en los libros. Reunirse en petit comité con tipos de la calaña de Báez y 'Barbarroja' y pretender vender una Biblia en el infierno es lo mismo. Entonces, ¿por qué los representantes de la Iglesia cubana hicieron perder tiempo a Su Santidad? Habría estado mucho mejor empleado, por no hablar de lo que es justo y necesario, si el encuentro se hubiese dado con Oswaldo Payá y otros dirigentes de la oposición.

"Pero eso nunca sucedió porque los responsables de la visita no se lo sugirieron al Papa. (...)

"Al parecer, el hecho de que el Papa ignorara públicamente la existencia de la oposición interna y, en especial, a los grupos políticos católicos, se debió a la actitud timorata y en extremo prudente de la Iglesia Católica cubana, hasta ahora más pendiente de cuidar su delicada relación con un gobierno despótico y caprichoso, que de fortalecer y animar a los líderes católicos que encabezan movimientos pacíficos de oposición. Parte de la Iglesia cubana pasará a la historia por la bella puesta en escena que organizó durante la estancia papal, pero no por su apoyo a la sufrida disidencia".

Gina Montaner lamenta finalmente: "Cuesta aceptar que el Santo Padre no recordara en ninguna de sus homilías a los jóvenes católicos obreros y estudiantiles que al principio de la revolución murieron al grito de 'Viva Cristo Rey' frente a los pelotones de fusilamiento en la prisión de La Cabaña" (MONTANER, Gina, "Cubanos invisibles", El Nuevo Herald, Miami, Mar. 16, 1998.

 

CUBANOS DESTERRADOS, ¿Hasta cuándo las Américas tolerarán al dictador Castro, el implacable stalinista?-- Dos décadas de progresivo acercamiento comuno-católico en la isla-presidio del Caribe, Ediciones Cubanos Desterrados, Miami, Jun., 1990. Véase, por ejemplo, Parte III, capítulo 2, titulado: "Para cerrar una brecha que tanto perjudicaba a la Revolución castrista, figuras eclesiásticas facilitan pasaje de la coexistencia a la colaboración con el régimen comunista".

 

Es de destacar que el Emmo. Cardenal Jaime Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana, en su mensaje a los católicos con motivo de su designación como Cardenal, ratificó el contenido del ENEC afirmando: "No tengo que esbozar un programa distinto de aquel que proclamó el Encuentro Nacional Eclesial Cubano" (ORTEGA Y ALAMINO, Card. Jaime, "Mensaje del Cardenal de Cuba", Diario Las Américas, Miami, Nov. 3, 1994.

 

MEURICE, Mons. Pedro, "Palabras de bienvenida al Santo Padre antes de comenzar la Santa Misa en la Arquidiócesis de Santiago de Cuba", Conferencia de los Obispos Católicos de Cuba (COCC), Internet, Enero 24, 1998.

 

AA.VV., "Sí a liberación de presos, pero no a educación católica", Agencia Católica de Informaciones (ACI), Enero 30, 1998.

 

AA.VV., (cables de AP y Reuters), "El canciller Robaina anuncia que la visita del Papa no tendrá consecuencias", ABC, Madrid, Enero 30, 1998.

 

REPqBLICA DE CUBA, "Constitución de Cuba", Gaceta Oficial de la República de Cuba, Agosto 1o., 1992, art. 39, incisos a y c.

 

Cfr. CUBANOS DESTERRADOS, Cuba comunista, 1997: 'vergüenza de nuestro tiempo' y de nuestro continente-- Dramáticos aspectos de la isla-cárcel del Caribe en vísperas de la visita papal, Ediciones Cubanos Desterrados, Miami, Sept. 1997, capítulos 2 y 3, "Fracaso económico del comunismo cubano" y "Pretexto del régimen comunista para justificar su fracaso: el embargo económico norteamericano". Cfr. también REMOS, Ariel, "Un sólido ensayo del profesor Jaime Suchlicki: Relajamiento del embargo a Cuba envía un mensaje erróneo al mundo", Diario Las Américas, Marzo 26, 1998, y URíA, Miguel, "Vocación masoquista", revista Guaracabuya, Internet, Marzo, 1998

 

En 1987, cuando Polonia aún estaba oprimida bajo un régimen comunista, S.S. Juan Pablo II encontró sabias y adecuadas palabras para manifestar, ante los Obispos polacos que efectuaban una visita "ad límina", la importancia esencial del derecho de propiedad privada como fundamento de una auténtica libertad. El Pontífice recordaba que el derecho de propiedad es un "principio considerado por Santo Tomás expresión del derecho natural", y "pertenece a toda la tradición de la doctrina social de la Iglesia desde la 'Rerum Novarum' hasta la 'Laborem Exercens'". Y añadía que "sobre el fondo de cuadro de una profunda crisis vivida actualmente en nuestro país (Polonia), parece que aquel 'precio de libertad' al cual exhorta el Acto del Milenio, debe ser examinado también bajo el aspecto de bien entendidos derechos del hombre en el campo socio-económico".

Juan Pablo II, a continuación, afirmaba que "el derecho de propiedad está unido a la persona, también cuando se trata de la propiedad de los medios de producción, está unido porque el hombre desde el comienzo ha sido nombrado por el Señor como dominador de la creación visible. Está unido con la finalidad de que pueda ser correctamente liberada la iniciativa económica, que sirve no sólo al individuo sino también a la sociedad".

Y haciendo alusión a la necesidad del reconocimiento del derecho de propiedad y de otros derechos esenciales, tanto cuando lo era en Polonia el derecho a la libertad religiosa, explicaba que "el derecho a la libertad religiosa no puede permanecer aislado entre el conjunto de los derechos de la persona humana, de las comunidades humanas y de las sociedades" (S.S. JUAN PABLO II, "Discurso ante Obispos polacos en visita 'ad limina'", L'Osservatore Romano, ed. it., Dic. 18, 1987).

 

Es lo que constata, por ejemplo, la periodista Dora Amador cuando afirma que "para muchos cubanos exiliados que han vivido la experiencia del comunismo, una crítica al capitalismo es incomprensible" (AMADOR, Dora, "Insolidaridad neoliberal", El Nuevo Herald, Miami, Febr. 26, 1998).

Por su parte, Andrés Vargas Gómez, ex- preso político cubano, católico militante y una de las figuras más respetadas del exilio, junto con elogiar enfáticamente diversos aspectos de las alocuciones del Papa, afirma que éste "se equivocó al criticar el neoliberalismo", "como un sistema que sometía a los pueblos a las fuerzas ciegas del mercado, lo cual no es cierto". Vargas Gómez también manifestó respetuosa discrepancia en relación a otro aspecto de los discursos papales por "alentar una reconciliación imposible dentro de la realidad cubana"; lo cual, a su modo de ver, tiene relación con una "posición irreal e inalcanzable de lograr los cambios que necesita la sociedad cubana a través del diálogo y la reconciliación con el sistema" (VARGAS GOMEZ, Andrés, "Ilusión infundada", El Nuevo Herald, Miami, Enero 31, 1998).

Armando P. Ribas, por su parte, afirma entre otros conceptos: "No podemos de ninguna manera desconocer las implicaciones políticas que ha tenido y que tendrá la visita del Papa a Fidel Castro, y por sobre todo su última homilía en La Habana. Allí nuevamente habló de libertad al tiempo que condenaba abiertamente al único sistema que ha logrado mejorar la vida del hombre sobre la tierra. En consecuencia yo diría que a partir de la visita del Papa, y la libertad o semilibertad religiosa que probablemente permitirá Castro, es posible que los cubanos lleguen al cielo. Pero asimismo estoy seguro que no podrán comer más ni tener más libertad individual que la que han disfrutado los últimos casi 40 años" (RIBAS, Armando P., "El Papa y el neoliberalismo", El Nuevo Herald, Miami, Febr. 15, 1998.

 

Cfr., por ejemplo, BENEDG, Claudio, et alii., Comparecencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Junta Patriótica Cubana, Washington, Oct. 4, 1996 e Informe ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Junta Patriótica Cubana, Washington, Sept., 1995.

 

Cfr. ALFONSO, Pablo, "Jefe del ICAIC habría renunciado en medio de críticas a intelectuales", El Nuevo Herald, Miami, Marzo 5, 1998.

 

CLARK, Juan, Cuba: mito y realidad-- Testimonios de un pueblo, Saeta Ediciones, Miami-Caracas, 1990, p. 223.

 

REPÚBLICA DE CUBA, "Constitución de Cuba", Gaceta Oficial de la República de Cuba, Ag. 1, 1992, art. 39, inciso ch.

Sobre el tema del férreo control de la cultura por parte del gobierno comunista, cfr. también MUJAL LEON, Eugenio, The Cuban University under the Revolution, The Cuban American National Foundation, Washington, D.C., 1988 y KERRIGAN, Anthony, et alii., Censorship and Culture in Cuba, The Cuban American National Foundation, Washington, D.C., 1990.

 

VELA VALDES, Juan, "L'indirizzo di omaggio rivolto al Papa dal Rettore dell'Università di La Habana, Juan Vela Valdés", L'Osservatore Romano Digital, Enero 21-26, 1998.

 

Cfr. S.S. JUAN PABLO II, "Una meravigliosa manifestazione di popolo, un grande evento di riconciliazione, una storica tappa della nuova evangelizzazione", L'Osservatore Romano, Enero 29, 1998.

 

SAN PIO X, Encíclica "Communium Rerum", Abril 21, 1909; in CORRõA DE OLIVEIRA, Plinio, En Defensa de la Acción Católica, 2a. ed., Säo Paulo, 1983, p. 214.

 

Este aspecto del documento del ENEC está analizado en el ya citado libro de CUBANOS DESTERRADOS, ¿Hasta cuándo las Américas tolerarán al dictador Castro, el implacable stalinista?-- Dos décadas de progresivo acercamiento comuno-católico en la isla-presidio del Caribe, Ediciones Cubanos Desterrados, Miami, Jun., 1990, Parte III, capítulo 6, "En los documentos del ENEC, la 'síntesis vital', camino e instrumento 'dialéctico' rumbo a una meta final común católico-marxista".