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Colombia: “proceso de paz” y abismo

Por Armando Valladares.

Miami (FL), 01 de mayo de 2018.

Acabo de recibir un impactante artículo publicado por el portal italiano Corrispondenza Romana, escrito por Eugenio Trujillo, analista político colombiano, conocedor de lo que está pasando al interior del “proceso de paz” que se viene gestando desde hace cinco años entre el gobierno de ese país y las FARC.

La trama parece una novela de ficción, pero los hechos, al parecer, son veraces. Las repercusiones de esos hechos pueden llegar a derribar las absurdas negociaciones con las FARC, que han consagrado la impunidad total de ese grupo guerrillero que no abandona ni la lucha armada, ni el narcotráfico, ni sus vínculos terroristas con Cuba y Venezuela, pero que pronto podrá sentarse a legislar en el Congreso de Colombia.

El más reciente capítulo empezó el pasado 9 de abril en Bogotá, cuando fueron capturados por la Fiscalía Seuxis Hernández, alias Jesús Santrich, y Marlon Marín, ambos comprometidos en un negocio de 10 toneladas de cocaína entre las FARC y los carteles de la droga mejicanos.  El primero nombrado es nada más y nada menos que uno de los principales negociadores de las FARC;  y el otro, es sobrino y hombre de confianza de Luciano Marín, alias Iván Márquez, segundo hombre en el mando de la organización terrorista. 

Santrich está detenido en una cárcel de Bogotá y muy probablemente será extraditado a los EEUU. Y Marín, a los pocos días de su detención, fue trasladado por la DEA a Nueva York, donde un juez lo acusa de conspiración criminal para introducir cocaína a los EEUU. Ante la contundencia de las pruebas, con horas de grabaciones y videos, Marín se ha declarado testigo protegido, y anuncia que podrá contar todo lo que sabe, lo cual promete grandes revelaciones. Entre ellas, al parecer, denunciará todos los negocios de narcotráfico y lavado de dinero en los cuales participan las FARC, inclusive después de firmado el “acuerdo de paz”, que también comprometen a altos funcionarios de los regímenes totalitarios de Cuba y de Venezuela.

Pero hay más revelaciones sorprendentes. Se trata de informaciones comprometedoras sobre el Comité Nobel de Suecia, que hoy está en Europa en el ojo del huracán por serias  irregularidades en algunos otorgamientos de premios, lo cual ya produjo la renuncia de al menos 7 de los integrantes del referido Comité. Las denuncias incluyen abusos sexuales de algunos de sus miembros, filtraciones a la prensa antes de ser concedidos los premios, e inclusive sobornos para escoger a los ganadores.

Y aquí entra de nuevo el “proceso de paz” en Colombia, pues el Premio Nobel de la Paz de 2016 le fue entregado al presidente de esa nación, Juan Manuel Santos, precisamente por supuestos méritos en las negociaciones realizadas en Cuba con las FARC, durante cinco años.  Acontece que quien presidía el Comité Noruego que otorgó el premio Nobel de Paz al presidente Santos, la señora Kaci Kullman, fallecida en 2017, había sido ministra de Estado de Noruega, y después consultora de Statoil, empresa del Estado noruego que es la principal petrolera de esa nación. Poco antes de recibir el Nobel, el presidente Santos le concedió a esa empresa vastas regiones de Colombia para explorar yacimientos petroleros, en sociedad con Ecopetrol, la estatal petrolera de Colombia. Lo anterior configura coincidencias que no parecen ser enteramente transparentes.

Para terminar, aún hay más hechos que sacuden hasta los cimientos este proceso de negociaciones con las FARC.  Los gobiernos de Noruega y Suecia donaron 200 millones de euros para financiar la implementación de los acuerdos, dinero que viene siendo administrado por el Estado colombiano a través de un fondo especial. Y en visita oficial a Bogotá, el pasado mes de abril,  la primera ministra de Noruega, la señora Erna Solberg, junto con los embajadores de su país y de Suecia en Colombia, denunció serias irregularidades en el manejo de esos fondos.

Aunque primero negó los hechos, el presidente Santos destituyó a la funcionaria responsable de la administración de esos fondos. Y la Fiscalía de Colombia comenzó una investigación, que hasta el momento indica  que quien dirigía el entramado de los contratos era el mismo Marlon Marín, el sobrino de alias Iván Márquez que está involucrado en la venta de las 10 toneladas de cocaína de las FARC. En esos contratos habría enormes sobrecostos y no pocas irregularidades, en las cuales también estarían comprometidos algunos políticos amigos del Gobierno.

En síntesis, lo que este escándalo muestra, entre otras cosas, es que las FARC engañaron a todo el mundo y ahora pretenden legislar desde el Congreso, pues a partir del 20 de julio tendrán diez escaños obsequiados en nombre de la paz, dos de los cuales están reservados para alias Santrich y alias Iván Márquez. Al mismo tiempo, los narcoguerrilleros continúan la guerra que ha destruido a Colombia por 50 años, matando gente inocente en las selvas y en las ciudades. Y, claro, pretenden seguir financiando esa guerra con la cocaína que exportan a los EEUU y a Europa. Colombia, con los devaneos gubernamentales en torno del mal llamado “proceso de paz” parece acercarse peligrosamente al borde de un abismo. El texto completo del analista político Eugenio Trujillo puede leerse, en español, en el link https://es.corrispondenzaromana.it/el-proceso-de-paz-de-colombia-al-borde-del-abismo/

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Armando Valladares, escritor, pintor y poeta, pasó 22 años en las cárceles políticas de Cuba. Es autor del best-seller "Contra toda esperanza", donde narra el horror de las prisiones castristas. Actualmente es presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Interamerican Institute for Democracy (IID). Fue embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU bajo las administraciones Reagan y Bush. Recibió la Medalla Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del Departamento de Estado. En 2016 fue condecorado con la Medalla de Canterbury, premio a la lucha por la libertad religiosa en el mundo entero, auspiciado por  el Fondo Becket por la Libertad Religiosa.

 

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