Apuntes de Destaque Internacional. 13 de diciembre de 2015. Este texto puede difundirse libremente.

América latina: ideologías

populistas-marxistas y corrupción

1. Se está hablando bastante, y con razón, sobre el desprestigio de las izquierdas latinoamericanas, incluyendo ejemplos de recientes derrotas electorales en Venezuela y Argentina, así como de la pérdida de popularidad, en el gigantesco Brasil, del ex presidente Lula, un ícono publicitario de las izquierdas gramscianas, y de la actual presidenta Dilma.

2. No obstante, esos analistas, al tiempo que tocan justificadamente la tecla de la corrupción de importantes líderes de izquierda, parecen olvidarse que la causa más profunda de ese problema radica en las ideologías populistas –marxistas-gramscianas que ellos sustentan.

3. Con el silencio sobre el papel motriz de las ideologías de izquierda, se minimizan los destrozos mentales, morales y sociales causados durante las últimas décadas por sus líderes,  reduciendo lo ocurrido solamente a causas económicas y de intereses personales. Indirectamente, se absuelve a esas ideologías de su evidente y enorme responsabilidad en las debacles de Venezuela, Argentina y Brasil. En el fondo, se las está protegiendo para que restañen heridas y se preparen para un eventual retorno.

4. En ese sentido, resulta difícil de entender, por ejemplo, que en Brasil líderes de la oposición y editorialistas de grandes medios de prensa reduzcan sus críticas a la presidenta Dilma al hecho de que su gobierno sea corrupto. Queda la impresión de que si el gobierno fuese populista-marxista, pero no corrupto, no habría motivos para una impugnación. Tendría que quedar claro y cristalino que los fracasos clamorosos de los regímenes populistas se deben a la corrupción, pero sobre todo a la estatización de la economía, a la asfixia de la propiedad privada y a una política externa hostil a los aliados naturales, Estados Unidos y Europa. La corrupción es hija de la estatización. La estatización promueve clientelismo, propinas y ausencia de fiscalización, y hace proliferar monopolios estatales, verdaderos elefantes ineficaces, reacios a la actualización profesional y caldos de cultura para todo tipo de corrupción.

5. En el caso de Argentina, no se puede olvidar que el candidato populista sacó casi un 50% de los votos y que sectores influyentes del peronismo, contaminados por la lucha de clases, permanecen activos y con poder político. Paralelamente, el virus chavista y el virus lulista continúan presentes en Venezuela y Brasil, para no hablar de Cuba comunista, el más protegido ícono revolucionario de la historia latinoamericana; y para no hablar de eclesiásticos latinoamericanos que, como en el caso de Brasil, moldearon el ícono Lula dentro de los parámetros de la teología de la liberación.

6. Si se quiere realmente cambiar el rumbo de América latina y el Caribe, para mejor, se debe ver de frente el hecho de que la esencia de la ideología populista-marxista-gramsciana domina aún las mentalidades no solamente de dirigentes políticos, sino también de no pocos universitarios, periodistas y figuras de la propia vida cultural.