Destaque Internacional - Año XIII - No. 329 - Madrid - San José de Costa Rica - Bogotá - Santiago, 22 de agosto de 2011. Secretario de Redacción: Javier González. Editorial interactivo. Envíe sus sugerencias y opiniones a belaunde2012@gmail.com Saludos cordiales.

Enigma argentino: síndrome populista y costo social

Los argentinos más lúcidos están llamados a denunciar el costo social del populismo argentino; y a ayudar a sus compatriotas a desvencijarse del "síndrome" que, a la manera del "síndrome de Estocolmo", mantiene a tantos de ellos en una situación de identificación y hasta sumisión con relación a los líderes populistas

1. El populismo argentino, liderado por la presidente Cristina Fernández de Kirchner, ganó con el 50% de los votos las elecciones primarias para escoger a los candidatos que disputarán las elecciones generales del próximo 23 de octubre. La Sra. Kirchner abrió 38 puntos de ventaja sobre el segundo más votado, el opositor Ricardo Alfonsín, que obtuvo el 12 por ciento.

En la Argentina, el nombre del populismo es el peronismo, una corriente política que, en un nuevo pase de magia política, consiguió arrinconar electoralmente a los candidatos presidenciales de la oposición. El populismo ganó, y de ello no hay dudas, a no ser sospechas de fraude electoral que están siendo investigadas. En todo caso, la pregunta más importante es si en realidad habrá ganado la Argentina.

2. Visto desde afuera, el panorama argentino continúa difícil de comprender por su imprevisibilidad, por los cambios bruscos de humores políticos, por los "shows" efectistas y por las cortinas de humo. No obstante, por lo menos a la distancia, dentro de esa imprevisibilidad parece vislumbrarse una constante histórica: la lenta declinación de una nación que en el siglo pasado llegó a ocupar los primeros lugares del continente como potencia política, cultural, moral y económica, y que suscitó la admiración del mundo entero.

3. De ese papel protagónico en América del Sur, la Argentina parece haber ido descendiendo peldaño a peldaño, paso a paso, tropiezo a tropiezo, declive en declive, hasta llegar hoy a un papel que algunos analistas califican de secundario. Eventuales exageraciones aparte, no se sabe a ciencia cierta en qué medida la mayoría de los argentinos percibe la declinación que se ha producido en el país. Algunos, inclusive, parecen continuar viviendo un sueño en el cual la grandeza de otrora substituye a la realidad presente, que parece ser bien diferente.

4. Los analistas barajan motivos de diversa índole para determinar la causa de esos problemas que son de vital importancia para la supervivencia cultural y política de tan importante nación. Un tema tabú entre la mayoría de los cientistas políticos es el del espíritu populista visto como uno de los grandes responsables de esa decadencia. Espíritu populista que da a sus seguidores una sensación térmica de aparente importancia y de crecimiento colectivo, siendo que en el orden concreto de los hechos se produce el efecto contrario. Si la causa del problema es un tabú, también es un tema tabú una de las consecuencias del populismo argentino, la de haber inoculado en las venas y en las capilaridades de un tejido social otrora armónico, un sutil y persistente veneno de resentimiento y de lucha de clases.

En un país de primera categoría cultural, económica y política, el populismo envenenó el imaginario popular con la lucha de clases contra los sectores tradicionales y contra la propia Iglesia, al tiempo que en el plano internacional embestía verbalmente contra el "imperialismo" estadounidense, mostrando la hilacha de una mentalidad prosocialista.

De esa manera, el populismo argentino, con su raíz igualitaria, al contrario de promover la grandeza auténtica de esa admirable nación, parece haber efectuado una persistente sangría de sus fuerzas morales, políticas y económicas, impidiéndola de avanzar por las vías de un sano y merecido progreso que otrora le valió tanto respeto y admiración. La figura del "piquetero" es un símbolo reciente, sin duda extremado, de ese espíritu que encarna la anti-Argentina auténtica. A medida que el país fue perdiendo de vista sus horizontes y su vocación histórica, diversos aspectos de la vida social se fueron "piqueterizando", contribuyendo a transformar al país en lo que algunos califican como una caricatura de sí mismo.

5. Llama la atención, y no deja de levantar alguna pulga detrás de la oreja, la ineptitud de los líderes opositores en mostrar las causas de la declinación argentina y señalar las posibles soluciones. En un país católico como la Argentina, llama también la atención el método de discreto silencio, de cautelas excesivas o de reclamos susurrados del Episcopado ante el problema del populismo.

6. Los argentinos más lúcidos están llamados a denunciar, ante sus propios compatriotas y ante las Américas, el costo social del populismo argentino; y a ayudarlos a desvencijarse de un literal "síndrome del populismo" que, a la manera del "síndrome de Estocolmo", mantiene a tantos en una situación de identificación y hasta sumisión, mediante la paralización del juicio crítico, con relación a los líderes populistas.

7. Los problemas arriba descritos no parecen ser un triste privilegio de los argentinos, en la medida en que, en mayor o menor grado, ellos se han repetido y se están repitiendo en varios países latinoamericanos, con características propias. Desenmascarando al populismo en su propio país, los argentinos podrán dar un paso fundamental para que se escriban otros capítulos del indispensable Libro Negro de los populismos latinoamericanos.

Los argentinos y latinoamericanos antipopulistas deben recordar, finalmente, que cuando los hombres resuelvan cooperar con la gracia de Dios, se producirán entonces las maravillas de la Historia de la Argentina y de América Latina.

Términos clave: "síndrome del populismo"; "costo social del populismo"; "Libro Negro de los populismos latinoamericanos".