Marzo 7, 2006: Diario Las Américas, Miami, Florida (EUA)

Cardenal Martino, ENEC y comunismo cubano

Es difícil comprender cómo un fiel católico cubano podría "abrirse", "creer" y "confiar" en los jefes comunistas que oprimen a la Iglesia y a Cuba, en momentos en que no se vislumbra en ellos ningún cambio sustancial en relación a la religión católica, que no sea una mera maniobra táctica o estratégica

Por Armando F. Valladares

1. Por ocasión de las conmemoraciones del 20o aniversario del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), efectuadas en La Habana, Benedicto XVI envió una carta a los católicos cubanos, por las manos del cardenal Renato Martino, presidente de la Comisión Pontificia Justicia y Paz, en la cual los llama a "abrirse mutuamente quienes conviven, creyendo y confiando unos en otros, aunque haya diferencias de modos de pensar o creencias".

El cardenal Martino permaneció en la isla cárcel del 15 al 18 de febrero pp.: efectuó contactos eclesiásticos, almorzó en la Nunciatura con altos jefes comunistas y al final de su estadía fue recibido "con gran cordialidad", según su propia versión, por el dictador Castro. Al retornar a Roma, la sorprendente afirmación del enviado papal, en entrevista a la agencia Ansa, de que en Cuba "ya no se persigue a la Iglesia" (Marzo 3, 2006) produjo satisfacción en las altas esferas del régimen y estupor, e inclusive explicable indignación, en fieles católicos de Cuba y del destierro. Su figura ya era vista con beneplácito por los comunistas cubanos, donde se recuerda la intervención del entonces arzobispo Martino ante la 55a. sesión de la Asamblea General de la ONU, en octubre de 2000, en su calidad de observador permanente de la Santa Sede ante dicho organismo internacional. En la ocasión, el alto eclesiástico, en nombre de la Santa Sede, condenó el llamado "embargo" económico externo, al tiempo que hizo silencio sobre el embargo interno impuesto a sangre y fuego por el régimen comunista, el real culpable y causante principal por la miseria imperante así como por la asfixia de todas las libertades y derechos. El arzobispo Martino contribuyó de esa manera, valiéndose del prestigio de la Santa Sede, a inocentar, a absolver y, por ende, a favorecer a la dictadura castrista (cf. Armando Valladares, "ONU: representante vaticano favorece dictadura castrista" http://www.cubdest.org/0012/cvonu.html, Diario Las Américas, Miami, Oct. 26, 2000).

2. El ENEC y su 20o aniversario, motivo de la visita del cardenal Martino, también ha sido visto con beneplácito por el régimen, por los dividendos políticos y psicológicos que le ha permitido obtener entre los católicos. En trozos fundamentales de su documento final, el ENEC reconoce que la jerarquía de la Iglesia cubana pasó "desde una aceptación de la realidad del carácter socialista de la Revolución", "sin antagonizar el proyecto socialista como tal", hasta la propia "coincidencia en objetivos fundamentales" en el campo socioeconómico (No 60). En el ENEC se encuentran llamados a "reconocer" que los obispos cubanos habrían cometido "errores" al oponerse al régimen en el pasado (Nos 57 y 62). Y para rectificar dichos alegados errores, se impulsa explícitamente un "diálogo constructivo" a ser establecido "entre católicos y marxistas" (No 158), proponiendo un "recíproco encuentro" y un "mutuo perfeccionamiento" que generen "síntesis vitales" con la seudo-cultura marxista (No 468).

3. Examinadas desde la perspectiva de la estrategia comunista de trasbordo ideológico inadvertido, las directrices del ENEC resultan desoladoras por los efectos sobre el rebaño católico, empujado por sus propios Pastores a entregarse a los brazos del lobo rojo en nombre del "diálogo"; también, por lo que significaron y continúan significando en materia de convergencia con el comunismo.

El documento final del ENEC no se agota con lo arriba mencionado y en otra ocasión oportuna podré extenderme sobre el asunto. De cualquier manera, las graves afirmaciones del ENEC no parecen estar lejos de las de teólogos de la liberación latinoamericanos, como el cardenal Arns, de São Paulo, quien en carta a un "queridísimo Fidel" afirmó que había descubierto "en las conquistas de la Revolución las señales del Reino de Dios". En esta sui generis perspectiva teológica -que confunde el infierno cubano con un paraíso terrenal- tal vez radique la clave para explicar, aún cuando obviamente no para justificar, el afán convergencialista del ENEC; la política de acercamiento de altos eclesiásticos cubanos y de otros países; y la fascinación casi hipnótica que el comunismo cubano despierta en líderes políticos latinoamericanos como Lula, Chávez, Tabaré Vázquez y Evo Morales.

Remito al lector a un análisis sobre el ENEC, con citas textuales de su documento final y de otros 200 documentos, titulado "Dos décadas de acercamiento comuno-católico en la isla presidio del Caribe" (Ediciones Cubanos Desterrados, Miami, junio de 1990, Parte II, capítulos 1 a 9 y Parte III, capítulos 1 a 9 http://www.cubdest.org/libros/HastaCuandoParteIII.doc). Allí se analiza también la "ostpolitik" vaticana hacia Cuba comunista, incluyendo uno de sus primeros lances, el viaje a la isla, en 1974, del entonces secretario del Consejo para los Asuntos Públicos del Vaticano, monseñor Agostino Casaroli -posteriormente, cardenal secretario de Estado del Vaticano- a quien las agencias internacionales le atribuyeron las siguientes palabras: "Los católicos que viven en la isla son felices dentro del sistema socialista, y son respetados en sus creencias, como cualquier otro ciudadano".

4. En el contexto arriba descrito, y ante la situación actual de Cuba comunista, de sistemática asfixia de los católicos y del pueblo cubano, no puede dejar de causar aprensión el llamado de Benedicto XVI a los fieles cubanos, contenido en la referida carta conmemorativa del 20o aniversario del ENEC, a "abrirse mutuamente quienes conviven, creyendo y confiando unos en otros, aunque haya diferencias de modos de pensar o creencias"; así como la alusión a un Dios que "camina" con "creyentes y no creyentes" (cf. agencia Zenit, Ciudad del Vaticano, Febr. 15, 2006) . Es difícil comprender cómo un fiel católico cubano podría "abrirse", "creer", "confiar" y estar dispuesto a "caminar" con los jefes comunistas que oprimen a la Iglesia y a Cuba, en momentos en que no se vislumbra en ellos ningún cambio sustancial en relación a la religión católica, que no sea una mera maniobra táctica o estratégica.

5. Transcurridos 8 años del viaje de Juan Pablo II a Cuba (21 al 25 de enero de 1998), no faltan analistas que constatan con pesar que la isla cárcel, al contrario de abrirse al mundo, se ha cerrado aún más, aprovechando el respaldo de tantos dirigentes políticos, financieros e inclusive eclesiásticos occidentales que han abierto sus brazos al dictador, cerrándoselos al pueblo cubano. Tal vez sea por esa persistente cerrazón que los últimos aniversarios del referido viaje papal fueron recordados con discreción, pasando casi inadvertidos.

El propio día de la llegada del cardenal Martino a Cuba, 135 opositores dieron a conocer un documento donde denuncian la intensificación de la represión comunista. También, durante la estadía del alto dignatario eclesiástico, un grupo de fieles católicos de la isla dio a conocer un informe sobre la situación de la Iglesia cubana. Allí se afirma que mediante diversos mecanismos de chantaje, espionaje e infiltración de "informantes" que están "por todos lados", se ha dejado a la "estructura eclesial" en una situación de "férreo" y "total control". Nótese la diferencia casi abismal entre esta denuncia y la reciente afirmación del cardenal Martino, arriba aludida, de que "ya no se persigue a la Iglesia".

El referido documento añade que la invitación del dictador Castro a Benedicto XVI para visitar la isla, comunicada personalmente por el dictador al cardenal Bertone en noviembre de 2005, constituye una mera operación publicitaria "cosmética" para intentar "limpiar" la imagen de Castro ante los fieles de Cuba y del mundo. Un resumen de este informe, que por su gravedad hubiera merecido destaque en la prensa libre occidental, especialmente en las agencias católicas de noticias, fue publicado por el periódico "La Razón" y por la revista "Ecclesia", ambos de España, a fines de febrero pp.

6. A la vista de lo expuesto, ¿cómo no plantear una vez más, invariablemente de manera respetuosa, serias interrogaciones respecto de los reales beneficios que los católicos cubanos puedan llegar a obtener algún día como fruto de las largas y generosas negociaciones que, en el marco de la "ostpolitik", la Santa Sede ha insistido en llevar adelante, durante décadas, con el régimen cubano? Respecto de los últimos lances de esa persistente política de acercamiento con Cuba comunista, que con el pasar del tiempo ha adquirido ribetes enigmáticos, me he visto en la dilacerante obligación de conciencia, en cuanto fiel católico, en cuanto ex preso político durante 22 años y en cuanto cubano, de manifestarme públicamente

(cf. "Cuba: El lobo y los Pastores celebran encuentro 'constructivo y amistoso'"

http://www.cubdest.org/0512/c0511val.html, Diario Las Américas, Miami, Nov. 29, 2005;

"Cardenal Bertone-Cuba: El Pastor 'bendice' al lobo"

http://www.cubdest.org/0512/c0510bertoneav.html, Oct. 27, 2005;

"El drama cubano y el silencio vaticano"

http://www.cubdest.org/0306/c0304v.html, Il Giornale, Italia, Abr. 25, 2003 y Diario Las Américas, Miami, Abr. 26, 2003;

"Cardenal Sodano y Castro: el Pastor sale en auxilio del lobo"

http://www.cubdest.org/0306/c0305v.html, Diario Las Américas, Miami, Mayo 11, 2003; otros artículos sobre el tema pueden leerse, por ejemplo, en el sitio web

http:www.cubdest.org).

Armando Valladares, ex preso político cubano, autor del libro "Contra toda esperanza", donde narra 22 años en las prisiones castristas, fue embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush.

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