Sept. 18, 2003: Diario Las Américas, Miami (FL)

Lula, ONU y viaje a Cuba

Por Armando F. Valladares

Después de sigilosos debates en el seno del gobierno brasileño, parece haber sido decidido: el 26 de septiembre el presidente Lula, luego de participar en la asamblea de la ONU, hará un nuevo viaje a la isla-cárcel, esta vez como Presidente del Brasil. Es un paso calificado en el entorno presidencial como "polémico" y políticamente arriesgado, según revela la bien informada columnista Dora Kramer, del Jornal do Brasil. Ella añade que uno de los sentidos del viaje, según los defensores del mismo -Lula, el canciller Amorim y el ministro José Dirceu, un ex guerrillero que vivió varios años en Cuba- sería el de "preservar vínculos con afectos del pasado".

El propio Lula ha reconocido que la serie de peregrinaciones a la meca comunista comenzó en 1985. La última de ellas, en diciembre de 2001, fue como co-fundador, junto con Fidel Castro, del subversivo Foro de São Paulo (FSP). Allí, en la reunión anual del FSP, prestó conmovido tributo al sanguinario dictador, en presencia de líderes revolucionarios latinoamericanos, incluyendo narco-guerrilleros colombianos: "A pesar de que su rostro ya está marcado por arrugas, Fidel, su alma continúa limpia porque Vd. nunca traicionó los intereses de su pueblo"; "gracias, Fidel, gracias porque Vds. continúan existiendo".

En el mes siguiente, a fines de enero de 2002, durante el 2o. Foro Social Mundial de Porto Alegre, ante un auditorio de millares de militantes del Partido de los Trabajadores (PT), del pro castrista Movimiento Sin Tierra (MST) y de comunidades de base seguidoras de la teología de la liberación, hizo un hábil discurso en el cual explicó a sus "compañeros" la necesidad de una nueva táctica para tomar el poder en el pleito presidencial que se aproximaba. Según él, los "fracasos electorales" de la izquierda brasileña se debieron hasta ese momento a un "juego" estratégico imprudente de las izquierdas, mostrando al público un perfil "demasiado radical"; un defecto que, según él, afectaba al "99% de los participantes del 2o. FSM". E hizo un llamado urgente a corregirlo, para poder alcanzar finalmente el poder. Era el "Lula Paz y Amor" que, rápidamente metamorfoseado, avanzaría hasta llegar a la Presidencia de Brasil.

En la ONU, en Nueva York, el presidente Lula dará su aval a una de las mayores y más flagrantes contradicciones -que no son pocas- de la asamblea general de ese alto organismo: condenar una vez más, casi por unanimidad, el embargo americano, sin decir una palabra siquiera sobre la causa del problema, que es el implacable embargo interno del régimen comunista contra el pueblo cubano desde hace más de 40 años, en un enigmático ritual de ofrenda a los "dioses revolucionarios" que no murieron... Sobre el tema del embargo interno y externo cubano, así como sobre la contradictoria posición del presidente Lula y de su canciller Amorim al respecto, incluyendo una animadversión contra los exiliados cubanos, tuve ocasión de escribir reciente artículo, al que me remito para mayor brevedad (Armando Valladares, "Cuba: Lula sustenta el 'bloqueo' interno castrista", Diario Las Américas, Miami, Jul. 22, 2003).

De la asamblea de la ONU el mandatario brasileño partirá a la isla-cárcel.

¿Cuál será el Lula que llegará a Cuba? ¿El de diciembre de 2001, acorde con su historial revolucionario? ¿El de enero de 2002, que ya estaba en rápido proceso de metamorfosis? ¿O una mezcla contradictoria de ambos?

Me inclino por la tercera opción, propia del zigzagueante y contradictorio caminar del presidente Lula, que incluye desde haber afirmado -durante otro viaje a La Habana, en noviembre de 2000- que pondría énfasis en su "proyecto socialista" y que no quería un "PT rosado" o "light", pero sí rojo, hasta decir prácticamente lo contrario -como lo acaba de hacer en Caracas, flanqueado por el presidente Chávez-, que no le gusta ser llamado izquierdista y que nunca fue comunista (Daniel Piza, enviado a La Habana, "Lula defiende un PT cada vez más socialista", O Estado de S. Paulo, Nov. 30, 2000; Eliane Cantanhêde, "No me gusta el rótulo de 'izquierdista', dice Lula", Folha de S. Paulo, Agosto 27, 2003).

Un Lula con paso zigzagueante y contradictorio, que algunos interpretan como síntoma de vacilaciones, errores y hasta fracasos, sin comprender que estamos en la era del caos y la contradicción; y que hay quienes a éstos recurren como un método para confundir la lógica y el sentido común; debilitar la voluntad; y embotar la sensibilidad de quienes continúan desconfiando de las nuevas tácticas revolucionarias.

Es ese camino sistemáticamente zigzagueante el que podrá caracterizar la próxima estadía del presidente Lula en Cuba. Muy probablemente, antes, durante o después de su viaje a La Habana el presidente Lula dirá y/o hará algo para mantener las ilusiones que ha conseguido crear hasta en figuras internacionales como la embajadora norteamericana en Brasilia, el nuevo subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger Noriega e inclusive el presidente Bush; y, al mismo tiempo, dirá y/o hará algo que agrade a los procastristas de Cuba, Brasil y América Latina.

Pero todo esto, como ya fue dicho, forma parte del camino de la contradicción y del caos. Si Lula no consigue convencer a algunos de que hizo algo efectivo en favor del pueblo cubano esclavizado, al menos dejará en ellos una duda benévola... y paralizante. El resultado de su viaje estará también graduado de una manera que favorezca, aunque sea discretamente, la continuación de la dictadura castrista y/o el pasaje hacia un "pos-castrismo" controlado por funcionarios del actual régimen que ya estén siendo preparados para ese fraudulento papel. ¿Llegarán el presidente Lula y su canciller a ofrecer sus oficios como eventuales mediadores en Cuba, tal como están disponiéndose a hacerlo en otros países, inclusive, en Colombia? Demás está decir que entregar al presidente Lula el papel de mediador en Cuba sería casi como poner a un lobo como mediador de conflictos en un gallinero.

Reitero aquí las consideraciones finales de mi artículo antes citado:

"Si el presidente Lula quiere desmentir con hechos, y no con palabras, que se ha transformado en el mayor sustentáculo internacional del régimen comunista de Cuba - con todas las graves responsabilidades que ello implica delante del pueblo cubano y del generoso, cordial e intuitivo pueblo brasileño, pero, sobre todo, delante de Dios - que adopte medidas diplomáticas categóricas para contribuir a la liberación de centenas y tal vez millares de presos políticos cubanos. Que haga algo eficaz para salvar la vida de los presos políticos Martha Beatriz Roque y Oscar Biscet, quienes agonizan en las cárceles cubanas, atendiendo así al público llamado que le acaba de hacer la entidad Unidad Cubana, de Miami. Que no cruce los brazos ante el drama del físico cubano Dr. López Linares, actualmente residente en Brasil, quien infructuosamente escribió al mandatario brasileño solicitándole su intervención para poder viajar a Cuba a conocer a su hijito Juan Paolo, de 4 años de edad. Que no intente poner paños tibios sobre los crímenes castristas alegando el 'bloqueo' externo o los supuestos 'avances en el área social', como la salud y la educación, que en realidad son dos implacables instrumentos de control ideológico, mental, político y policial de los desdichados cubanos. Que, en fin, contribuya, sin eufemismos, para la urgente libertad de Cuba".

Y hoy añado:

Si el viaje del presidente Lula llegase a significar, inequívocamente, el real y no apenas aparente desmoronamiento del régimen comunista, cayendo completamente las rejas de la isla-cárcel, sería un "milagro" político tal que me llevaría a retractarme de mis críticas al presidente Lula y pedirle públicas disculpas; a reconocer que él tenía razón cuando, durante el período pre-electoral, en el programa televisivo del "anchorman" Boris Casoy, me acusó de "picareta"; y a agradecerle por su decisiva contribución a la liberación de Cuba.

Armando Valladares, ex preso político cubano, autor del libro "Contra toda esperanza", fue embajador norteamericano ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush.