Febr. 14, 2003: agencia CubDest (7o. artículo de la Serie Foro Social Mundial 2003)

Foro Social, "diversidad" y nuevos totalitarismos

 Un "mundo nuevo", construido sobre una "diversidad" que haga de la relativización de toda verdad un valor absoluto, ¿qué espacio dejará para quienes disientan de esa visión tan diametralmente contraria a los principios de la civilización cristiana?

 

En el 3er. Foro Social Mundial (FSM) quedó "sin conclusión" el debate sobre las "alternativas" más adecuadas para alcanzar el "mundo nuevo" socialista: si debe prevalecer el "reformismo" de los moderados, o la "revolución" de los radicales. Es lo que constató desde Porto Alegre la influyente agencia Adista, de la izquierda católica italiana.

Esa pugna entre moderados y radicales tuvo un papel decisivo en el desarrollo de los movimientos contestatarios del siglo XX y ahora se prolonga siglo XXI adentro, inclusive entre los radicales, que discrepan sobre los métodos más eficaces para llegar a la meta común vislumbrada por Marx y Engels: una sociedad socialista, autogestionaria, anárquica e igualitaria, en la cual hasta el Estado debería desaparecer.

Para unos, que continúan aferrados a criterios clásicos marxista-leninistas, es indispensable establecer la "hegemonía" de una "vanguardia" fuerte, capaz de conducir la revolución y de evitar un estéril "democratismo", con debates interminables. Es la posición defendida en Porto Alegre, en términos generales, por líderes del Movimiento Sin Tierra (MST) y por sectores más radicales del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), de Brasil; por miembros de la delegación de Cuba comunista; por los "chavistas"; y por figuras influyentes del consejo internacional del FSM como el sociólogo brasileño Emir Sader. Éste reconoce que el "objetivo utópico" es el propuesto por el líder zapatista comandante Marcos: "un mundo donde quepan todos los mundos"; pero que en la práctica resulta indispensable la "disputa por la hegemonía" para evitar la "fragmentación" en "múltiples pequeñas soluciones", lo que podría tornar estériles los esfuerzos revolucionarios.

Para otros, más afines con la "teología de la liberación" y con corrientes anarco-libertarias -que año tras año han ido creciendo en influencia en el seno del FSM- el camino adecuado es incentivar tanto cuanto posible la llamada "diversidad", para que de ésta, de manera supuestamente espontánea, surjan las soluciones. Cândido Grzyboswski, del comité organizador del FSM y director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (IBASE), argumenta que "el mundo no es idéntico" y que por ello las "propuestas" deberían tener en cuenta la "diversidad humana" en vez de "decir que tiene que ser así o asá, o de dar las soluciones prontas".

Aparentemente, nada más democrático.

Sin embargo, en el propio caso del FSM, de sus organizaciones y sus figuras más representativas, esa "diversidad" de "propuestas" y de "soluciones" queda restringida al marco excluyente de posiciones filosóficas de izquierda. Cuando José Genoino, presidente del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), de Brasil, proclamó que una de las características del "sueño" y la "utopía" de su partido era la "diversidad sexual", los millares de participantes del 3er. FSM que lo oían en el gimnasio "Gigantinho", comprendiendo el sentido revolucionario de la afirmación, al unísono se pusieron de pie y comenzaron una prolongada ovación.

Leonardo Boff , en una de sus intervenciones en el 3er. FSM, llevó la defensa de la "diversidad" al plano religioso, cayendo en un extremo de relativismo teológico y de subjetivismo filosófico en el cual las verdades absolutas no parecen tener cabida: "Es un bien que haya muchas religiones, porque Dios no se agota en ninguna de ellas", afirmó, argumentando que "no podemos defender la biodiversidad, pensar que cuanto más animales y cuanto más plantas vivan, tanto mejor será, y después, cuando llegamos a las religiones, se diga que debe haber una sola, que las otras no son buenas". Y añadió que "cuanto más numerosas sean las religiones", tanto mejor pues, supuestamente, Dios se vería mejor reflejado.

Boff concluyó diciendo que el "gran riesgo" y el "obstáculo" para llegar a ese mundo relativista es el llamado "fundamentalismo", al que definió no como una doctrina, sino como "una forma de entender la doctrina" por la cual se afirma que "mi doctrina es la única auténtica y las otras son falsas".

Si ese "mundo nuevo" será construido sobre una sui generis "diversidad" que haga de la relativización de toda verdad un valor absoluto, la pregunta que surge es qué espacio se dejará para quienes disientan de una visión tan diametralmente contraria al pensamiento aristotélico-tomista, fundamento filosófico de la cultura y la civilización cristiana. ¿Resultará exagerado pensar que en los primeros esbozos de ese "mundo nuevo" pueda estar en germen un tipo de "fundamentalismo" anticristiano, capaz de desencadenar persecuciones contra quienes, por ejemplo, continúen tomando los 10 Mandamientos de la Ley de Dios como valores absolutos? ¿Qué tipo de persecuciones? ¿De carácter psicológico, psiquiátrico, legal, policial, físico, o una perversa combinación de todas ellas?

El avance, en numerosos países, de legislaciones que no sólo favorecen la llamada "diversidad sexual", sino que establecen penalidades contra quienes a ella se opongan -no importando que se basen en principios morales y religiosos- puede ser un primer instrumento para dar a tal persecución un aire jurídico. Antecedentes no faltan. En Cuba comunista, millares de presos políticos han sido y son condenados a pasar años y décadas en las mazmorras del régimen, con base en la propia Constitución socialista y en el Código Penal, que llega a tipificar inclusive conductas calificadas como "antisociales".

Si alguien piensa que exageramos en nuestras aprensiones, nos permitimos mencionar la insospechada opinión del sociólogo peruano Aníbal Quijano, participante del Foro Social Mundial y partidario, él mismo, de la "diversidad" revolucionaria. En artículo titulado "El nuevo imaginario anticapitalista", incluido en el sitio web oficial del FSM, Quijano reconoce en primer lugar que "la experiencia de más de 70 años de ‘socialismo real’", con su posterior desintegración, mostró "sin ambages que por ese camino es inviable una sociedad alternativa a la del capitalismo", por ser "incompatible" con las "relaciones democráticas". A continuación, advierte sobre la posibilidad de nuevos totalitarismos revolucionarios que puedan sobrevenir, cometiendo los mismos "errores" (sic) del comunismo: "No hay ninguna garantía de que las experiencias y el aprendizaje hechos durante la historia de una sociedad y de un patrón de poder específicos, serán nuevos puntos de partida que permitan evitar la repetición de los mismos errores cuando se ingrese en otra historia, es decir, en una sociedad nueva.".

En esta serie de artículos sobre el 3er. Foro Social Mundial no queríamos dejar de abordar tan delicados temas que pueden afectar de modo decisivo el futuro de la humanidad. Los lectores tienen ahora la palabra.