Dic. 14, 2002: Diario Las Américas, Miami (FL). Dic. 8, 2002: Editorial CubDest

Chile: el elogio de Lula al marxista Allende

El gobierno de Salvador Allende, y el desastre a que condujo a Chile, debería ser un motivo de meditación para el presidente electo de Brasil

Fue poco feliz, para decir lo menos, la referencia laudatoria al ex presidente marxista de Chile, Salvador Allende (1970-1973) hecha por el presidente electo de Brasil, Sr. Luíz Inácio Lula da Silva, durante reciente visita al país andino. En discurso a la nación, el Sr. Lula se refirió a esa controvertida figura -que con la ayuda de asesores castristas preparaba la comunización de Chile por la vía violenta- como el "gran presidente Salvador Allende".

Alusión poco feliz, porque Allende representó con sus metas y métodos de gobierno la antítesis del eslogan publicitario "paz y amor" con base en el cual Lula fue electo presidente de Brasil y ha prometido gobernar al gigantesco país sudamericano.

El malogrado presidente chileno -a quien su amigo Fidel Castro le regaló una ametralladora durante su visita a Chile, en 1971- fue una de las figuras de proa de la embestida comunista en Iberoamérica, para cubanizar al continente. Su administración fue marcada por la aplicación drástica de los principios marxistas a la economía (en particular al campo, con una violenta reforma agraria), la educación, la política, los medios de comunicación, etc. Con lo cual, además de cercenar peligrosamente todas las libertades, precipitó a un considerable número de propietarios a la pobreza y a los pobres, a la miseria.

La gravedad de la situación en el Chile del "gran presidente Allende" llegó a tal punto que la Suprema Corte de Justicia, en sendas resoluciones del 25 de mayo y el 25 de junio de 1973, declaró que el Poder Ejecutivo se había apartado de las leyes y de la Constitución; la Cámara de Diputados, el 22 de agosto de ese año, proclamó "la ilegalidad" del gobierno Allende "por violaciones conscientes y reiteradas a la Constitución"; análogos pronunciamientos emitieron la Controladuria General de la República y el Colegio de Abogados de Chile. Allende pronto se ganó el rechazo de los más pobres, a quienes decía defender. Fueron grupos numerosos de trabajadores, como los mineros, quienes con sus protestas ayudaron a precipitar su caída.

No se sabe si el Sr. Lula, al elogiar al presidente marxista, tendría en mente estos "logros", que contribuyeron decisivamente para la ruina política de éste. De cualquier manera, el gobierno de Salvador Allende, y el desastre a que condujo a Chile, debería ser un motivo de meditación para el Sr. Lula. A esto, no lo decimos sólo nosotros, sino también el analista político Josep M. Colomer, quien en reciente artículo, manifestando espíritu de colaboración, advierte al presidente electo a no caer en "la peor tentación de Allende: gobernar sin el Congreso"; así como a evitar el camino tomado por el ex presidente brasileño João Goulart, que optó por el aislamiento político, refugiándose en la extrema izquierda, siendo derrocado por los militares en 1964 (cfr. "Lula, ¿otro Allende?", El País, Madrid, Nov. 8, 2002).

La anunciada visita a Brasil del dictador comunista de Cuba, Fidel Castro, el próximo 1o. de enero, para la toma de posesión del flamante presidente, pondrá una vez más a prueba al Sr. Lula sobre la orientación que pretende dar a su gobierno. Hacemos votos para que, por el bien de Brasil y de las Américas, el presidente electo de Brasil tome las mayores distancias -no sólo estratégicas, sino reales- del fallecido Allende y del dictador cubano; ambos, a su modo, ejemplos paradigmáticos del fracaso del comuno-socialismo en nuestro continente.