Agosto 7, 2001: La Nación, Costa Rica

La Virgen en Guanabacoa

Lic. Diego Quiros, Sr.

Miami, FL

El 15 de agosto la Iglesia católica celebra la festividad de la Asunción de María.

Este artículo narra una experiencia vivida el día 15 de agosto de 1960. Ese día era la fiesta patronal de Guanabacoa antes de que la tiranía atea castro-comunista tomara el poder. La Tutelar: fiesta, devoción, elegancia y alegría.

Después de la Santa Misa, la imagen de la Virgen cargada en hombros, recorría las principales calles de la ciudad, adornadas con anterioridad por los devotos habitantes. A su paso, desde el campanario de la Parroquia se tiraban voladores, desde la azotea del ayuntamiento los fuegos artificiales iluminaban el estrellado cielo cubano y desde los balcones de las casas, el pueblo lanzaba lluvias de flores, aplausos y besos.

No habían diferencias de clases, todos celebrábamos ese día con nuestras mejores galas, muchos acompañábamos en ordenado desfile detrás de la Venerada Madre, siguiéndola en todo su recorrido por el querido pueblo.

Era la Reina de la Patria chiquita, rodeándola iba su corte de honor integrada por jovencitas vestidas de blanco, símbolo de la pureza, adornos para la Santa e Inmaculada Madre.

Había atracciones en los parques para diversión de todos y kioscos en las calles que vendían comidas, dulces y refrescos. Esto si era una fiesta popular para el disfrute de todos. Era el día de la gran familia: Nuestro Pueblo.

Se celebraban fiestas bailables en todas las Sociedades: Casino Español, Sociedad El Progreso, El Liceo, El Moncada y la Alianza Juvenil.

Éramos muy felices y en cada rostro había una sonrisa y una esperanza. Había mucho para escoger y Libertad para elegir.

Esa fue Cuba hasta 1959, una Nación que siendo muy joven había conquistado un lugar cimero en la economía y en la cultura de nuestro continente. Una Nación que sabía reír, pero tambien sabía crear.

En 1960, escoltada por milicianos ateos, sin la corte de honor de señoritas que servían de adornos a la amada Madre, La Virgen de la Asunción, recorrió por ultima vez las viejas calles de la Colonial Villa de Pepe Antonio, ciudad que la ha venerado de generación en generación.

No podemos olvidar jamas que ese día, la Centenaria Parroquia de Guanabacoa, literalmente pudiera decirse que se encontraba tomada por militares de uniforme y otros encubiertos, portaban armas largas, y, cuando aquellos valientes sacerdotes terminaron la Misa, no le pidieron permiso a nadie, ordenaron a los cargadores sacar la Virgen a las calles y hacer el recorrido habitual.

¡Qué clase de curas! El único espacio que necesitaban eran las calles y un pueblo que respondía ¡presente !

Quiero honrar en esta fecha a aquellos Franciscanos que compartieron con nosotros todos esos momentos, sin ser ellos cubanos, sufrieron junto a nosotros, arriesgaron lo único que tenían: su vida, y demostraron el gran amor que habían tomado a aquella tierra que los acogía con gratitud.

Ese año al sacar a nuestra Patrona a la calle, desafiando la ira comunista, estaban exponiendo sus vidas: el Padre Bernardo, el Padre Zubieta y el Padre José María, todos de la Orden Franciscana.

No hubo ni voladores, ni fuegos artificiales, tampoco habían flores desde los balcones. No hubo kioscos ni orquestas; ya por aquel entonces las Sociedades se estaban convirtiendo en lugares de almacenes de armas.

Ya había tristeza, había comenzado la obra destructora del marxismo, ya faltaban coterráneos: fusilados, presos o exiliados. Ya no había alegría; la sonrisa era mueca, y la desgracia venia hacia nuestro pueblo con fuerza de tormenta.

Cuba: mi humillada Patria, ¡cuánto necesitas unos Padres José María, Bernardo o Zubieta! Capaces de enfrentar los fusiles, la chusma y los milicianos, porque sin usar micrófonos ni alto parlantes, fueron capaces de llenar con sus voces un templo y encontrar un pueblo que grite: ¡presente !