Mar. 27, 2001: Diario Las Américas, Miami. Abr. 7, 2001: revista Guaracabuya, Internet

Cuba comunista: el miserabilismo

como escuela de ateísmo

Por Gonzalo Guimaraens

Un catálogo de 13 páginas, editado por la elegante tienda Bergdorf Goodman, de Nueva York, muestra fotografías de modelos que lucen sus ropas teniendo como fondo de cuadro escenas ruinosas de La Habana, sin preocuparse en esconder la miseria en que viven sus habitantes. El texto que acompaña las fotos trata de presentar de una manera favorable y atrayente varios aspectos de esa situación de carencia y destrucción, causada por el sistema comunista. Así, se alaba la "belleza etérea" de arruinados edificios de herencia hispánica; se elogia la ausencia de "ruidos" y "acelerar de motores" propios de las grandes ciudades; y se realza el calor del "contacto humano", con música "optimista", en las calles y el malecón habanero. Al parecer, "la miseria cubana está de moda", constata el periodista Ramón Ferreira en un indignado artículo sobre el catálogo de Bergdorf Goodman.

Esta censurable publicación da la oportunidad de analizar un aspecto subyacente, de suma radicalidad, del comunismo cubano: el miserabilismo es impuesto en la isla-cárcel como una opción filosófica y un modelo de vida, y no meramente como fruto de una situación económica desastrosa, tal como podría pensarse. Opción filosófica, como se verá, defendida por voceros del régimen, "bendecida" por teólogos de la liberación y elogiada en importante documento del episcopado cubano.

Juan Valdés, siendo jefe del Departamento de América Latina del Centro de Estudios de América (CEA), explicó esa filosofía miserabilista que inspira al régimen de La Habana: existe un "criterio fundamental" del comunismo cubano, por el cual éste no tiene como objetivo "dar lo mismo que el capitalismo da, más casas, más automóviles, más trajes, más videocassetes", sino el de colocar a la población en una misma "base igualitaria". En ese sentido, añadió Valdés, la famosa "libreta de racionamiento" no debe ser vista como una "deficiencia del sistema económico" de la isla sino como un "éxito político" y de "justicia social"...

Ese padrón de seudo "justicia social", de igualdad en la miseria, es defendido por teólogos de la liberación como Leonardo Boff, quien llegó a afirmar en uno de sus libros que construir una sociedad "verdaderamente comunista en el sentido bíblico de la palabra" no tiene como meta "un socialismo de la abundancia, sino de la pobreza". No en vano el cardenal Paulo Evaristo Arns, Fray Betto, el propio Leonardo Boff y otros teólogos de la liberación creen ver en el comunismo miserabilista cubano "señales" del "Reino de Dios"...

Lo anterior explica que Fidel Castro haya confidenciado a Leonardo Boff que una de las más valiosas "colaboraciones" de los teólogos de la liberación en Cuba "es mantener vivo el ideal comunista, la ética comunista". Las ventajas para el dictador son evidentes: el igualitarismo miserabilista, porque asfixia la legítima tendencia de sano progreso y superación del alma humana, encuentra naturales obstáculos para su aceptación, máxime cuando es presentado en nombre del ateísmo; pero tiene mayores posibilidades de imponerse o disminuir esas resistencias si es propiciado en nombre de la Religión.

El episcopado cubano, en el documento final del 1er. Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), llegó a expresar la "necesidad de alegrarse" con ciertos "logros modestos" del socialismo en Cuba, proponiendo un tipo de progreso igualmente "modesto" y una "vida austera" en la cual "el deseo de tener lo necesario supere al deseo de tener cada vez más". Esta propuesta del ENEC viene como anillo al dedo a los objetivos miserabilistas del comunismo cubano, máxime cuando no faltan en el mismo documento eclesial otras manifestaciones de adhesión a la sociedad marxista.

En realidad, el comunismo cubano, al intentar abolir en la sociedad cualquier vestigio de las legítimas jerarquías y las armónicas desigualdades que el propio Dios instituyó en la creación, como reflejos de Sí mismo y de sus perfecciones, pone en práctica una anti-escuela de ateización. Las jerarquías y desigualdades rectamente entendidas hablan a las almas de Dios y de su plano creador. Por lo tanto, dentro de la implacable lógica revolucionaria, ellas deben ser eliminadas. Marx percibió desde un comienzo la influencia de la sociedad temporal sobre la formación -o deformación- de las mentalidades. Y por ello indicó a sus secuaces ese método de ateización hoy aplicado en Cuba, que consiste en la abolición de todas las desigualdades en las relaciones sociales con el objetivo de obtener la extinción en las mentes de la concepción religiosa del mundo y del propio Dios.

Por todo ello, como explica el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, la cuestión del igualitarismo se sitúa en el centro más central, si así se pudiese calificar, de la lucha entre las formas contemporáneas de ateísmo -de manera destacada, el marxismo, fundamentalmente ateo- y la Religión Católica, con su enseñanza de un Dios trascendente, eterno y perfecto.

Gonzalo Guimaraens es analista político, experto en asuntos cubanos.

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