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Tres editoriales del CubDest, Marzo 12, 2001:

Ginebra 2001, el test cubano y la fórmula mexicana

Ginebra-Cuba: frente de batalla y retaguardia

En abril próximo, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, reunida en Ginebra, deberá adoptar una nueva resolución sobre Cuba. El año pasado, la condena al régimen castrista, auspiciada por las delegaciones checa y polaca, se obtuvo por el estrecho margen de un voto de diferencia. Este año, aún no se sabe el tenor de las propuestas de ambas delegaciones. Pero todo indica que los debates y la votación sobre el tema serán tanto o más reñidos debido a las presiones que La Habana está ejerciendo sobre los gobiernos latinoamericanos.

Representativas figuras del destierro cubano se harán presentes en Ginebra, tal como lo hacen año tras año, para tomar contacto con delegaciones de diversos países y dar a conocer documentación fidedigna sobre la violación de los derechos de Dios y de los hombres en Cuba comunista. Es un trabajo de cabildeo sacrificado, en medio de un ambiente muchas veces hostil, articulado por la delegación castrista.

Pero si la lucha publicitaria en el frente de batalla de Ginebra es fundamental, no menos decisiva lo es en la retaguardia, específicamente en aquellos países latinoamericanos cuyos gobiernos o piensan abstenerse de condenar al régimen de Fidel Castro, o están buscando fórmulas lo menos perjudiciales posibles para los intereses de la dictadura comunista.

Bajo ese aspecto, citamos como ejemplos la preocupante articulación de las cancillerías chilena y canadiense, con aval mexicano, en torno de una fórmula mitigada, alternativa a la de condena que presentarían checos y polacos; la posición reiteradamente abstencionista de Brasil, que se repetiría este año según declararon extraoficialmente fuentes de la cancillería brasileña; y el anuncio del presidente ecuatoriano Ricardo Noboa de que este año su delegación optará por la abstención, siendo que el año anterior condenó a Cuba.

Todas estas maniobras podrían ser neutralizadas, con posibilidad de ser inclusive revertidas, si se emprendiese con urgencia, en los países aludidos, una acción de esclarecimiento sobre el actual agravamiento de la represión en Cuba; lo cual podría suscitar en cada una de esas naciones una saludable y legítima presión del público sobre las autoridades encargadas de la política exterior.

Las posibilidades de acción del destierro cubano, en ese sentido, son enormes, no sólo a través de viajes a esos países, sino por medio de la Internet. El CubDest está dispuesto a colaborar lealmente con todos aquellos que quieran hacer algo en este indispensable trabajo de retaguardia en los aludidos países, tan decisivo cuanto el del frente de batalla.

Los interesados pueden escribir a Ginebra2001@cubdest.org

Bush, las Américas y el test cubano

El presidente norteamericano George W. Bush, en importante discurso ante los funcionarios del Departamento de Estado, vislumbró el siglo XXI como el "siglo de las Américas" y reconoció que el propio porvenir de los Estados Unidos es inseparable del futuro de América Latina.

Bush está en lo cierto. Resulta loable que, después de años de ignorancia y poco interés en relación al resto del continente por parte de tantos gobiernos norteamericanos, un presidente muestre mayor atención por los países al sur del Río Grande.

Sin embargo, transcurrido tanto tiempo de relativo aislamiento, el interés y la buena voluntad ya no bastan. Ahora es indispensable comprender en profundidad los problemas regionales y saber escoger los interlocutores adecuados, en cada país, para esa vital colaboración. La tarea es ardua, pues varios de los actuales dirigentes latinoamericanos están influenciados, en mayor o menor grado, por ideas de cuño socialista; y otros poseen una mentalidad concesiva, dispuesta a ceder ante las presiones de actuantes minorías de izquierda radical, cuyas intenciones revolucionarias quedaron de manifiesto en el reciente Foro Social Mundial efectuado en Porto Alegre, Brasil.

El éxito de la iniciativa presidencial dependerá entonces, en buena medida, del quilate moral de aquellos a quienes el presidente norteamericano escoja para estrechar vínculos en cada país. Es preciso que sean éstos verdaderos líderes de la sociedad civil, dispuestos a representar legítimamente a las mayorías conservadoras y a defender los principios de la civilización cristiana, en estos momentos, tan corroídos o debilitados.

El tema de Cuba comunista puede servir al presidente norteamericano como un test para saber el real pensamiento y las intenciones de sincera colaboración de los líderes latinoamericanos con quienes converse. Porque no tomar hoy una actitud de condena al comunismo cubano es una señal inequívoca de que el interlocutor no es confiable.

Ocasiones próximas para efectuar el test cubano no faltarán. El 30 de marzo el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso visitará Washington para entrevistarse con Bush. Y el 22 de abril los mandatarios del continente se reunirán en Quebec, Canadá, para celebrar la 3a. Cumbre de las Américas.

Fórmula mexicana para que Cuba continúe

siendo comunista

Cuando hace dos años el entonces gobernador de Guanajuato y hoy presidente de México, Vicente Fox, visitó Cuba al frente de una importante comitiva, se habría producido entre él y el dictador Castro una "gran empatía", recuerdan fuentes de las cancillerías mexicana y cubana consultadas por el periódico La Jornada, de México. El nombramiento de Ricardo Pascoe como embajador en La Habana, un conocido defensor del régimen castrista, habría sido un fruto de esa "empatía".

Pascoe, que en su primer mes en Cuba se reunió cuatro veces con el dictador Castro, llegó a revelar a la agencia AFP una ambiciosa meta diplomática para favorecer al régimen cubano: "El replanteo de las relaciones de México con América Latina pasa por Cuba". Al hacer el anuncio, el embajador mexicano reveló la existencia de una "visión geopolítica de largo aliento" trazada por el presidente Fox que consistiría en "reavivar" el llamado Grupo de los Tres integrado por Colombia, México y la Venezuela de Chávez. Una articulación en la cual, según Pascoe, se desea incluir a Cuba.

Pero el interés del nuevo gobierno mexicano en favorecer al régimen de La Habana no se agota en la referida estrategia "geopolítica" continental, sino que alcanza al propio plano interno de la isla-cárcel. Según fuentes citadas por La Jornada, la cancillería mexicana estaría preparando una "pax transicional" post Castro que, para tranquilidad de éste, asegure la continuidad del predominio del Partido Comunista de Cuba (PCC). Entre los "actores centrales" de esa "pax transicional", la cancillería mexicana descarta no sólo a los exiliados cubanos y a los llamados "duros" norteamericanos, sino a los propios grupos opositores dentro de Cuba.

Síntoma de esto último sería el cambio de actitud hacia los opositores cubanos del ex comunista Jorge Castañeda, antes y después de su nombramiento como canciller de México. En junio del 2000, siendo un académico, llegó a defender la necesidad de interlocución con aquellos; pero hoy, en cuanto canciller, pasó a una línea diametralmente opuesta: "cero contacto con la disidencia".

Otra clave de esa "pax transicional" en la que, siempre según La Jornada, el propio dictador Castro estaría interesado pues constituye para él y para su régimen una verdadera tabla de salvación, sería un acuerdo político por el cual no estaría en la mesa de negociación "ni la desestructuración del sistema socialista cubano ni la cesión del poder por parte del Partido Comunista", dando espacio a lo sumo a una supuesta "disidencia interna del PCC".

Gracias a Dios, mal que les pese a los estrategas de ese nefasto plano, el destierro cubano y los amigos de la causa de la libertad de Cuba no permanecerán callados ante tales intentos de perpetuar al comunismo cubano en el poder.

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