Jul. 27, 2000: Diario Las Américas, Miami

Jul. 31, 2000: Notitolima.com, Internet, Colombia

El cardenal Law, China & Cuba:

contradicción que favorece

al dictador Castro

Por Armando F. Valladares

Con la escasa diferencia de un mes, el cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston y presidente del comité de política internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCC), en sendas cartas oficiales a los miembros de la Cámara de Representantes, aplicó dos pesos y dos medidas en materia de sugerencias sobre sanciones económicas a China y a Cuba. Dignas de encomio, en varios aspectos, en relación a China; desconcertantes y contradictorias en relación al régimen comunista de la isla.

En su carta sobre China comunista, del 12 de abril pp., el Cardenal Law instaba a los congresistas a "votar categóricamente" contra el proyecto gubernamental de concederle el ventajoso status de "nación más favorecida" de manera duradera (dejando por lo tanto de condicionarlo al respeto de los derechos humanos), hasta que la "documentada" situación de violación de los derechos del pueblo chino, "especialmente la falta de una verdadera libertad religiosa", fuese "seriamente revertida". Más aún, la misiva denunciaba un "acentuado deterioro" de las libertades cívicas y religiosas en los dos últimos años y concluía que si las autoridades norteamericanas abriesen mano de la revisión anual sobre el estado de los derechos humanos en China, ello podría pasar a ser visto como "un abandono de la tradicional preocupación de los Estados Unidos sobre el respeto a la libertad religiosa y a los derechos humanos".

Por el contrario, en su carta referente a Cuba comunista (enviada a los congresistas con fecha del 8 de mayo pp., pero ampliamente publicitada a mediados de julio, pocos días antes de una decisiva votación en la Cámara de Representantes donde se aprobó el levantamiento parcial del embargo), el cardenal Law afirmaba categóricamente que éste "debe terminar" alegando que "perjudica únicamente a los más débiles en Cuba y no al régimen". Al mismo tiempo, omitía la más mínima referencia a las constantes y graves violaciones de los derechos de Dios y de los hombres en la isla-cárcel, que se han agravado en los dos últimos años; precisamente el período en que él constata y denuncia con firmeza el deterioro de la situación en China.

En primer lugar, no podemos dejar de ponderar respetuosamente que aquello que "perjudica" realmente al pueblo cubano, y que "debe terminar" con urgencia, es el sistema comunista "intrínsecamente perverso" (Pio XI) imperante desde hace más de 40 años, que constituye la causa y la raíz de los males cubanos. El embargo es un efecto o, si se quiere, como un remedio cuyos beneficios terapéuticos podrán ser discutibles y discutidos; pero no comprendemos cómo se pueda condenar el remedio sin hacer la mínima referencia a la enfermedad, el cáncer comunista que corroe las entrañas de Cuba.

En segundo lugar, en la misiva cardenalicia, la condena de las sanciones económicas a Cuba, con la simultánea omisión sobre la violación de los derechos humanos que allí se produce, es desconcertante y contradictoria pues configura dos pesos y dos medidas en relación a los regímenes de China y de Cuba. En efecto, el principio moral alegado en el caso de China como fundamento para la licitud de dichas sanciones -y para mantenerlas hasta que en dicha nación sea efectivo el estricto respeto a los derechos de Dios y de los hombres- debería valer igualmente para Cuba. ¿Por qué serían moralmente aceptables cuando aplicadas contra China y censurables en el caso de Cuba? ¿Cómo defenderlas cuando son aplicadas contra el régimen de Pequin y condenarlas cuando lo son contra el régimen de La Habana? ¿Y por qué ellas habrían de hacer mella en los jerarcas chinos pero no afectarían al régimen cubano?

Por fin, a propósito del argumento cardenalicio de que las presiones económicas perjudicarían exclusivamente al pueblo cubano, es digno de mención un reciente, extenso y documentado estudio del profesor Jaime Suchlicki, de la Universidad de Miami, titulado "Implications of Lifting the U.S. Embargo and Travel Ban", donde señala que "los opositores a la actual política norteamericana hacia Cuba alegan que si el embargo y las restricciones de viaje a la isla son levantados, el pueblo cubano se beneficiaría económicamente"; pero añade que, en realidad, "esas expectativas están basadas en numerosas y falsas premisas", que el autor pasa a refutar en su trabajo académico.

De cualquier manera, más allá de los argumentos en torno del tema, surge una constatación: los dos pesos y dos medidas del cardenal arzobispo de Boston y presidente del comité de política internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, independientemente de sus intenciones, favorecen a la dictadura comunista de Cuba y, por consiguiente, la prolongación del enorme "perjuicio" que viene sufriendo el pueblo cubano.

Armando Valladares, ex preso político cubano, fue embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush.