Nov. 16, 2000: Diario Las Américas, Miami

Editorial del CubDest Servicio de Difusión, Nov. 16, 2000:

Cumbre Iberoamericana de Panamá:

la presencia de Cuba comunista,

flagrante e inexplicable contradicción

El comunismo cubano es un sistema socio-político antinatural que, desde hace cuatro décadas, niega frontalmente los derechos de Dios y de los hombres y aplasta todas las legítimas libertades del pueblo esclavizado.

Tal como denunció desde Santiago de Cuba un valiente grupo de sacerdotes, el régimen de La Habana ha mostrado una "eficacia diabólica" en la represión de la población y en la asfixia de las conciencias, ante la indiferencia de tantos dirigentes del mundo libre. No en vano el comunismo ha sido calificado por la doctrina tradicional de la Iglesia como un "satánico azote", "intrínsecamente perverso" (cfr. Pio XI, Encíclica "Divini Redemptoris").

La educación y la salud son usadas como instrumentos de adoctrinamiento revolucionario y de control psicopolítico de los cubanos. Y los supuestos "logros" en ambos campos son resultado de la manipulación estadística del régimen, tal como lo han demostrado conceptuados especialistas. Sangre, sudor y lágrimas han sido para los desdichados habitantes de la isla-cárcel los frutos de estas 4 décadas de comunismo.

También, Cuba comunista proporcionó entrenamiento, armas y apoyo propagandístico a prácticamente todos los movimientos subversivos que asolaron el continente, algo reconocido impúdicamente por el dictador de la isla-cárcel; y continúa inspirando ideológicamente a las narco-guerrillas colombianas, como lo reconoció Raúl Reyes, del secretariado de las FARC, en mensaje al 6o Foro de São Paulo.

Por todo ello, constituyó una clamorosa, enigmática y flagrante contradicción que gobiernos de las naciones libres de Iberoamérica hayan aceptado la presencia del dictador comunista de Cuba en la 1a. Cumbre Iberoamericana de Guadalajara, en 1991.

Que hoy, en la 10a. Cumbre Iberoamericana de Panamá que se inicia el próximo 18 de noviembre, sea nuevamente admitido ese mismo dictador que continúa alardeando su intransigencia comuno-revolucionaria y aplastando al pueblo cubano, la referida contradicción de los gobiernos iberoamericanos se torna más clamorosa, más enigmática, más flagrante, más inexplicable a los ojos de Dios, de la Historia y, en particular, de 12 millones de nuestros hermanos esclavizados en la isla-cárcel del Caribe.

En la 9a. Cumbre Iberoamericana de La Habana, así como en las reuniones anteriores, los Jefes de Estado y de Gobierno allí presentes tuvieron palabras de condena contra el llamado embargo externo al régimen comunista de Cuba, pero omitieron hasta la más mínima referencia al implacable embargo interno impuesto a sangre y fuego por el régimen cubano, el cual asfixia todas las libertades y mutila todos los derechos. Es como si una junta médica, en vez de atribuir el delicado estado de salud de un paciente a la grave enfermedad que lo aqueja (el comunismo), culpase por ese estado a un remedio cuya aplicación y eficacia pueden ser discutibles (el embargo). ¿Cómo explicar este silencio de los mandatarios sobre la raíz de los problemas cubanos, que es el comunismo? ¿No contribuyen de esa manera a absolver a la dictadura castrista y, por ende, a favorecer su continuidad?

Cuba comunista, tal como lo advirtió hace una década el eminente pensador católico Plinio Corrêa de Oliveira, es como un periscopio de fuerzas comunistas que, en el continente americano, se hallan sumergidas a la espera de oportunidades propicias para nuevas embestidas. Esa advertencia cobra una crucial actualidad en momentos en que movimientos revolucionarios se rearticulan en diversos países del continente, como las crueles narco-guerrillas que, inspiradas en La Habana, desangran a Colombia y expanden su acción a países limítrofes como Brasil, Ecuador, Venezuela y Panamá. Valientes figuras como las de los Exmos. Sres. Arzobispos Mons. José Dimas Cedeño, de Panamá y Mons. José Duarte Cancino, de Cali, Colombia, han levantado sus voces de alerta sobre esa peligrosa metástasis revolucionaria que amenaza extenderse a dichas naciones.

Que la Divina Providencia ilumine a los Sres. Jefes de Estado y de Gobierno presentes en la 10a. Cumbre Iberoamericana de Panamá en sus trascendentales decisiones, en particular, en lo que se refiere al problema comunista en Cuba, en Colombia y en otros países de las Américas; y les conceda la grandeza de alma necesaria para enfrentar con decisión ese gravísimo problema.

No sea que en el día de mañana se levante en el continente un clamor que, parafraseando aquella aseveración del estadista británico Winston Churchill a parlamentarios que contemporizaban con la Alemania de Hitler, les reproche: "Tuvisteis para escoger entre la vergüenza y la guerra. Escogisteis la vergüenza y tendréis la guerra".

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