Editorial del CubDest Servicio de Difusión, Sept. 11, 2000:

Cumbre del Milenio y naciones cautivas:

balance favorable de una campaña

Un balance favorable, bajo varios importantes aspectos, alcanzó la difusión mundial a través de la Internet de la interpelación titulada "La Cumbre del Milenio ante el comunismo: ¿como Poncio Pilatos?", dirigida al secretario general de la ONU y a los mandatarios de los países libres participantes en dicha reunión.

Destacamos tres aspectos de ese balance.

En primer lugar, de manera tal vez inédita, esta campaña consiguió unir en torno de comunes objetivos a desterrados cubanos, chinos, vietnamitas, coreanos y laosianos; a colombianos que sufren bajo el flagelo de guerrillas procastristas; así como a amantes de la libertad en más de 40 países en los 5 continentes. Millares de mensajes electrónicos llovieron persistentemente sobre las oficinas del secretario general de la ONU y de las representaciones de numerosos países ante ese organismo internacional, durante casi dos semanas previas al inicio de la Cumbre. El índice de respuestas favorables, considerado sobre el total de mensajes distribuidos, alcanzó un porcentaje excelente según los especialistas en "mass-mailing".

En segundo lugar, más allá de los expresivos resultados concretos, se consiguió llamar la atención de vastos e influyentes sectores de opinión para una situación tan bochornosa cuanto silenciada: la existencia, en el tercer milenio que comienza, de 1.300 millones de seres humanos que continúan esclavos de regímenes comunistas. Con la difusión masiva del manifiesto "La Cumbre del Milenio ante el comunismo: ¿como Poncio Pilatos?" se ha contribuido a abrir una brecha en el "muro de silencio" que hasta aquí ha disimulado, vergonzosamente, tan grave problema. Esa brecha publicitaria -dependiendo de la determinación, tenacidad y constancia con que se retome este tema en el futuro- podrá beneficiar de manera substancial a la causa de la libertad de Cuba y de las demás naciones cautivas. En los documentos de la ONU no faltan palabras huecas e inconsistentes sobre el problema de la carencia de libertad en el mundo; pero se omite cualquier referencia a los sistemas comunistas, algo que está siendo indicado a justo título como una de las mayores contradicciones de dicho organismo mundial (cfr. Andrés Oppenheimer, "El gran error de la Cumbre del Milenio", El Nuevo Herald, Miami, Sept. 7, 2000).

En tercer lugar, en lo que dice respecto a Cuba, la difusión de la interpelación a la Cumbre del Milenio -que incluyó entre sus destinatarios a las redacciones de incontables periódicos y agencias de noticias; a entidades ligadas a los derechos humanos; a autoridades civiles y eclesiásticas; a cancillerías de países occidentales y a miembros de sus respectivos congresos; etc.- sin duda contribuyó para que la prensa internacional, siempre tan proclive a colocar en el centro de las atenciones a Fidel Castro, fuese esta vez más cautelosa. También resultó sintomática la menguada agenda de contactos bilaterales del dictador cubano con mandatarios presentes, con políticos, con empresarios, etc. Así lo consignaron conceptuados analistas y es lo que se pudo constatar directamente en la lectura de las crónicas de los grandes periódicos norteamericanos sobre dicha asamblea (cfr. Pablo Alfonso, "Castro no logró protagonismo en la Cumbre del Milenio" y "Apretón de manos ‘extraoficial’", El Nuevo Herald, Miami, Sept. 10 y 8, 2000).

Si en el "muro de silencio" en torno de 1.300 millones de esclavos del comunismo se ha abierto una importante brecha, depende ahora de cada uno de nosotros que ésta no sólo no se cierre, sino que continúe abriéndose más y más.

Obviamente, de ninguna manera pretendemos atribuir exclusivamente estos resultados a la difusión de la interpelación "La Cumbre del Milenio ante el comunismo: ¿como Poncio Pilatos?" Sería algo injusto y desmerecedor de otras inteligentes iniciativas llevadas a cabo por desterrados cubanos, chinos, etc., durante la referida asamblea. En ese sentido, destacamos la manifestación frente al propio edificio de la ONU, a pocos metros del recinto donde se encontraban los mandatarios de 130 países, de un representativo grupo de mujeres cubanas exiliadas; así como la brillante conferencia de prensa por ellas convocada en un hotel cercano. También es del caso destacar otras campañas efectuadas en estos mismos días en favor de conocidos presos políticos cubanos como el Dr. Biscet, cuya vida corre serio riesgo en las mazmorras castristas. Sin duda, fue el conjunto de esas acciones lo que contribuyó para un resultado favorable y alentador.

Todo lo anterior debe constituir un factor de redoblado ánimo para los desterrados cubanos, y de preparación para los nuevos lances publicitarios que se aproximan. Con su reconocida determinación y valentía, el destierro tiene la posibilidad de multiplicar por sí misma su capacidad de actuación internacional.